Tuve la oportunidad de utilizar este vestido en una marcha por el aniversario de Mexicana de Aviación y pude comprobar que era realmente corto; me imagino la incomodidad de dar servicio a bordo de un avión con una prenda tan diminuta.
Por tal motivo, las sobrecargos norteamericanas comenzaron a protestar por el uso de uniformes cortos. Y es que como bien reseña el libro, las campañas de publicidad hechas alrededor de las sobrecargos hoy serían inaceptables. Por ejemplo, una aerolínea que ya no existe, National Airlines, tuvo un gran éxito con su “Fly Me”; los encargados de su mercadotecnia decidieron colocar la fotografía de una sobrecargo precedida por la frase “I´m _____, Fly me”, con un alto sentido sexual en el mensaje.
Continental Airlines se voló la barda en aquellos ayeres cuando en su campaña mercadológica se les hizo muy fácil poner a las sobrecargos con un lema que decía “movemos el trasero por ti”.
Si lo anterior no los ha hecho sentir coraje, o nauseas, les voy a hablar del peor pasado misógino de la aviación, representado por la aerolínea ya desaparecida Braniff, con su campaña “The Air Strip”, un juego de palabras, con el mensaje subliminal de hacer ver a las sobrecargos como “strippers”, pues el uniforme consistía en varias capas de ropa, que debían irse quitando conforme avanzaban las fases del vuelo.
Esto originó que estas mujeres fueran abusadas sexualmente, al ser manoseadas con los pasajeros o pellizcadas, pues sentían que tenían derecho a hacerlo, pues la misma aerolínea incitaba al juego de irse desnudando poco a poco.
En 1972 estas mujeres, cansadas de ser vistas como objetos sexuales, comienzan a juntarse y realizar protestas por la forma en que son tratadas por sus empresas, “Sobrecargos por los Derechos de la Mujer” es la agrupación que formaron.
Y tal y como lo relata el libro de Nell McShane Wulfhart: “Las aerolíneas te convierten en un objeto sexual”, dijo una de las fundadoras del grupo, Sandra Jarrell, en declaraciones a Los Angeles Times en 1972. “Te lavan el cerebro para que lo aceptes y lo esperes. Pierdes tu autoestima... La gente no te considera una profesional, así que no te consideras como tal”.”
Ver los datos en crudo me sorprendió; resulta más fácil creer que los derechos laborales de nuestros pares gringos serían mucho mejor que lo que nosotros tenemos. Pero no es así, ellos solamente ganan por el tiempo de vuelo, para ellos no existe el tiempo de servicio, ni el tiempo de las escalas. Y de liquidaciones conforme a la ley mejor ni hablemos, menos de los salarios, pues es por hora y no están muy bien pagados que digamos.
Fue hasta después de los atentados del 11 de septiembre del 2001, que el Congreso norteamericano discutiera el reconocer a los sobrecargos como profesionales de la seguridad a bordo de una aeronave, pero es hasta el año 2003 que se le concedió el tener una licencia como sobrecargos.
Sí, a mí me explotó la cabeza, porque en muchas cosas, sobre todo en temas laborales es increíble ver el atraso que tiene nuestro país vecino en comparación con México.
Si el sindicato de sobrecargos de México se pusiera las pilas podría ser un referente a nivel mundial, pero no han querido trabajar en ello, porque ASSA forma parte de la ITF, pero como en el caso de los sobrecargos ingleses, no se solidariza para nada; en cambio en Estados Unidos a través de Sara Nelson, ponen los puntos sobre las íes, porque además no es la única lucha que esta mujer ha dado.
Tiene una larga trayectoria de lucha, desde defender su plan de pensiones que se vio amenazado después del 11 de septiembre del 2001, hasta lo más reciente que fue su actuación durante la pandemia de Covid, donde criticó fuertemente a su gobierno al obligar a los trabajadores a trabajar gratis o a ser suspendidos sin pago alguno.
De esta historia me entero gracias a Roberto Reinoso, quien además es un gran apasionado de la aviación. Vale la pena que lo sigan si quieren saber de la aviación argentina, su usuario es @PostaAero.
Finalmente, la ITF es una federación formada por sindicatos democráticos. Están afiliados poco más de 700, provenientes de 150 países de alrededor del mundo. Esta organización internacional busca garantizar los derechos laborales de sus afiliados, que son cerca de 18.5 millones de trabajadores. Es de suma importancia el apoyo que está dando a los sobrecargos de Breeze Airways.