Hoy, en Milenio, Joaquín López Dóriga sugiere lo mismo que los otros, que el presidente está molesto porque en el debate AMLO no fue el centro de atención: “No le importó que su candidata Claudia Sheinbaum hubiera ganado y reclamó lo suyo, no haber sido, insisto, el niño del bautizo, el muerto del funeral y el novio en la boda”.
También en Milenio, Héctor Aguilar Camín abiertamente afirma que el tribunal electoral debería empezar un proceso jurídico para anular la elección presidencial —”en estricta legalidad”, dice, podría hacerlo—. El famoso intelectual sostiene que el tribunal electoral “tendría ya que haber descalificado al menos parte del proceso por la intromisión ilegal del presidente”.
Después de eso, Aguilar Camín aporta su talento para el nado sincronizado y se suma a la especulación de García Soto e Hiriart: El presidente López Obrador, dice, “se quejó ayer del INE , porque no hubo en el debate preguntas que defendieran sus logros de gobierno. ¿Se estará quejando también de su candidata, Claudia Sheinbaum, que no los defendió?”.
El fanatismo
Conozco a Armando Fuentes Aguirre, Catón. He tratado poco al más leído columnista del Grupo Reforma, pero lo aprecio porque desde hace muchos años ha sido muy amable conmigo. Ayer me llamó la atención el fanatismo de su columna:
- La conciencia de Catón le “puso en la necesidad de declarar públicamente, a mi pesar, que en mi opinión Claudia Sheinbaum fue la ganadora en el debate presidencial de antier, y Xóchitl Gálvez la ocupante del tercer lugar”.
- Es decir, para Catón el segundo lugar en el debate fue de Máynez.
- “Confieso ahora, también pese a mí mismo, que ese debate me hizo ver que la candidata de Morena, la abanderada de la 4T, es la que más y mejores cualidades tiene para ser la próxima presidenta de México”.
- Pero, aunque el señor Fuentes Aguirre reconoce que Claudia es la que más cualidades tiene para ser presidenta, “no votaré por ella”.
- ¿Y por qué tan irracional el querido Armando? Porque es “mi conciencia la que me ordena negarle mi voto desde ahora”.
- ¿Y por qué la conciencia de un hombre tan culto e inteligente como Catón le ordena no votar por la mejor candidata, que es Sheinbaum, sino por la peor, Xóchitl? La respuesta de don Armando Fuentes Aguirre me sorprendió porque se sintetiza en una palabra: fanatismo, y del peor, el basado en el desconocimiento. Veamos.
- “He dicho que el debate lo ganó Sheinbaum, y que en mi opinión es la candidata con mayores cualidades para gobernar bien este país, pero con todo, y en acatamiento de lo que me dicta mi conciencia, no le daré mi voto. ¿La razón de la que parece sinrazón? No es que la señora sea la corcholata de AMLO. Pienso que de llegar a la presidencia la tal corcholata dejaría de serlo; cobraría propia personalidad —la tiene de sobra—, enviaría al tabasqueño a su rancho y tomaría ella sola las riendas del gobierno. Son sus orígenes ideológicos los que me preocupan”.
- Una pregunta, querido don Armando, admirado Catón: ¿Es sensato decir que los orígenes ideológicos, cualesquiera pienses que sean, descalifican a una mujer que, como todas las personas ha evolucionado con el paso de los años, en este caso para evidentemente mejorar?
- “A diferencia de López Obrador ella sí es de izquierda, y lo es de extrema radical”. Por favor, Catón, ¿de dónde sacas que Claudia es de izquierda extrema radical? Ya no escuches ni leas los cuentos de Claudio X. González y Pablo Hiriart, propagandistas que dicen eso con frecuencia y que están conscientes de que mienten, pero lo hacen para confundir a quienes quieran dejarse engañar.
- “Seguro estoy de que teniendo en sus manos el poder pondría en práctica sus ideas de juventud, pues en esto de la política juventud es destino”. ¿Sabes, don Armando, cuál es la principal idea de juventud de Sheinbaum? Que la educación sea gratuita y de calidad. ¿Eso te parece tan lamentable, respetado Catón?
- Todo lo demás es propaganda: que ella propone un gobierno “izquierdista de verdad, antidemocrático, estatista, totalitario, contrario a la libertad individual”. Puras falsedades. Por favor, seamos serios, Catón.
- Como Armando Fuentes Aguirre se cree el cuento del coco comunista que Claudio X. e Hiriart inventan solo para sembrar miedo —como en el poema de Sor Juana—, entonces ha decidido votar no por el segundo en el debate, sino por la que demostró que es la peor candidata, siempre según el análisis del propio Catón: “Mi voto, pues, será para Xóchitl Gálvez”.
- Después, con honestidad, Catón confiesa que de Xóchitl “me inquietan sus limitaciones y me alarman los partidos que la postulan y de los cuales no se puede deslindar”.
- Sabe Catón que su voto “conlleva un riesgo grande, pero lo asumo con tal de no ver a mi país conducido a un extremo inspirado por ideologías fracasadas ya”.
- Supongo que por ideologías fracasadas don Armando Fuentes Aguirre se refiere al sistema socialista de la ya desparecida Unión Soviética, de Cuba y de otras naciones.
- En efecto, fracasó tal sistema de gobierno, que más que socialista era de planificación centralizada de la economía. Pero eso es algo totalmente superado desde que se cayó, hace más de 30 años, el Muro de Berlín.
- Nadie en México está pensando en lo que fue la Unión Soviética. Insisto, señor Catón, un poco de seriedad ayudaría.
- Nuestra izquierda, como lo ha demostrado AMLO en el gobierno, no solo acepta, sino promueve la libre competencia económica con la participación de hombres y mujeres de negocios en las actividades que se les antoje realizar.
- Eso sí, la única diferencia con lo que hicieron los partidos que apoyan a Xóchitl Gálvez radica en buscar que la economía mexicana llegue a ser realmente competitiva y no dominada solo por unos cuantos que, para colmo, no pagaban sus impuestos, como don Ricardo Salinas Pliego, de TV Azteca.
- El presidente López Obrador ya logró el milagro de que paguen quienes no pagaban. Lo que sigue, en la consolidación de la 4T, es generar condiciones para una competencia verdaderamente sana, sin proteger a las empresas más grandes, que en nuestro país realmente no compiten con nadie.
- Creo que Claudia Sheinbaum tiene la energía y el talento para lograrlo, desde luego sin que el Estado renuncie a sus obligaciones básicas, como ofrecer servicios de educación y salud sin costo a las personas de escasos recursos.
- Quienes sí tengan dinero que se eduquen en escuelas particulares aportando colegiaturas tan altas como quieran y que traten sus enfermedades en hospitales privados que no le cuestan al Estado y que atienden a personas que, por contar con seguros de gastos médicos, liberan recursos públicos al IMSS y al resto del sector salud.
- Eso sí, valdrá la pena poner en orden a las compañías aseguradoras que abusan porque son oligopólicas. En este sentido mucho ha hecho recientemente la SCJN que, en mi opinión, debe seguir como está. Pero, ni hablar, se necesita muchísimo más rigor del Estado para que dejen sus excesos las empresas de seguros. Regularlas no es socialismo, sino justicia.
- No es tan difícil de entender, estimado Catón Fuentes Aguirre.