He de decirlo, no esperen una comida moderna y de vanguardia; al igual que el lugar, los sabores se enfocan a remembrar un pasado, aquel cuando en México dejaron de existir solamente dos gastronomías: la que provenía de nuestro pasado prehispánico y la española. Al integrar la cocina francesa con estas dos cocinas el resultado fue simplemente maravilloso.
¿Qué nos podemos encontrar? Están los clásicos tacos “gaoneras”, también los hay de lengua y de chamorro, sopa tarasca, sopa de albóndigas, y tuétanos para “taquear”.
Pero también hay pescado en salsa “meunière”, que es una de las salsas más famosas que se elaboran en Francia, que con pocos ingredientes (mantequilla, limón y perejil) son un gran clásico, y que hoy le imprime su nombre a una técnica culinaria de fritura en mantequilla. Debe su nombre al uso del rebozado en harina (meunière significa en francés la mujer del molinero).
Precisamente la mantequilla es uno de los alimentos que nos trajo el porfiriato. Hoy a nadie le extraña ni se le hace exótico usar mantequilla para la elaboración de algunos platillos, pero en el México de antaño lo que se usaba era manteca de cerdo para cocinar, y nada más.
En “Filomeno, Gran Cantina” también ofrecen grandes postres para los que aman lo dulce. Tienen el “Flan Leonor” cuya cremosidad es espectacular; de esos postres que por su buen tamaño, sirve para compartir.
Otro de los grandes postres que tienen es un “cheescake” al que llaman “Ocosingo”. Si les gusta el dulce y el sabor del queso, este es su postre acompañado de un muy buen café.
Eso sí, barato no es. Piensen que el consumo promedio es mil pesos por persona, pero que no será un gasto, sino una inversión que bien vale la pena; la atención es excelente, y poder mirar a la Plaza Río de Janeiro en un ambiente de época, lo vuelvo atractivo y seductor, así que si no tenían plan para este fin de semana, ya saben a dónde ir, y me cuentan qué tal les fue. Bon appetit.
Columna de Cat Soumeillera en SDP Noticias
X: @CSoumeillera
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