Harris, que no ha sido muy explícita sobre la política que llevaría a cabo con China en caso de llegar a la Casa Blanca, sí ha dejado ver que no le interesa una guerra comercial con ese país, mientras que Trump ha sido incendiario en sus amenazas contra México, particularmente en la industria automotriz –motor del comercio exterior mexicano–, amenazando con tarifas de más de 200 por ciento a todos los vehículos fabricados en México bajo el supuesto de que tienen un alto volumen de contenido chino. Biden, sin llegar a esos extremos, anunció en septiembre que impondría tarifas a vehículos fabricados en México con software y hardware chino a partir de 2027.
Hace unos días, la Secretaría de Economía advirtió del daño potencial sobre el sector automotor que provocaría esa medida, que rompería la cadena de proveeduría y elevaría los costos de producción, y que podría causar recortes de trabajadores en las plantas armadoras en México. Sin embargo, hay información de que, en efecto, hay un incremento significativo en las exportaciones de materias primas y componentes chinos a México, que entran en productos terminados a Estados Unidos.
Quedar en medio de la guerra comercial entre esas dos potencias, sin importar quién llegue a la Casa Blanca, es un problema serio, al depender México de la economía de Estados Unidos. El año pasado, las exportaciones a ese país representaron 80 por ciento del total de las ventas al exterior, y las importaciones significaron 42 por ciento del total. Pero además del impacto en las relaciones comerciales, México puede verse afectado también en los flujos de inversión y perder su ventaja geográfica en la relocalización de las empresas, porque las tarifas no harían atractivas nuevas inversiones.
En cualquier caso, los expertos consideran que si ganara Harris habría una diferencia en el trato con el gobierno de Sheinbaum. “No hay duda que el gobierno de Trump sería más problemático para México que el de Harris”, declaró esta semana a Los Angeles Times Pamela Starr, una mexicanóloga y profesora de relaciones internacionales en la Universidad de California del Sur. “No hay ningún país más expuesto en el mundo a los riesgos relacionados con Trump que el de México”.
Un reciente análisis de Moody’s Analytics anticipó que si gana Trump y sube 10 por ciento tarifas –5 por ciento de lo que ha amenazado que hará–, el impacto negativo en la economía mexicana sería de 0.7 por ciento con lo cual el pronóstico del Fondo Monetario Internacional de crecimiento para el próximo año bajaría a un paupérrimo 0.6 por ciento. “El impacto estaría más concentrado en México (que en otras naciones latinoamericanas), donde la reducción de importaciones de Estados Unidos, una disminución en la migración mexicana y una baja en las remesas, pondría en aprietos a la economía mexicana”, agregó.
Los apremios económicos que vendrán, con mayor o menor énfasis dependiendo de quién gane la Presidencia, irán acompañados también con presiones sobre la migración. Hasta ahora, México ha cedido ante los gobiernos de Trump y Biden para frenar la migración en la frontera sur de este país –a cambio de que voltearan los ojos ante las arbitrariedades autoritarias de López Obrador–, pero probablemente la demócrata y el republicano las elevarán, al estar vinculadas, cierto o falso, con el tráfico de fentanilo, donde ninguno de los dos transigirá.
En migración, Trump es más escandaloso, pero los demócratas son más duros. El récord de deportaciones lo tiene el presidente Barack Obama, la principal influencia sobre Harris. Lo mismo en el combate al narcotráfico, donde Trump es un gritón belicoso, pero Harris tiene la mano más dura. Lo experimentó López Obrador cuando viajó a ver a Biden en julio de 2022 y en un desayuno privado, la vicepresidenta le exigió la captura de Rafael Caro Quintero. Harris no le dio espacio para patalear y le dio las coordenadas donde se ubicaba. Achicado, a los cuatro días se detuvo a Caro Quintero, acusado de haber ordenado el asesinato del agente de la DEA Enrique Camarena.
La elección en Estados Unidos ha sido vista como un momento de redefinición para el mundo. México, donde será más profundo el impacto, debe pensar más allá del contexto bilateral, abrir sus horizontes y plantearse escenarios adicionales.
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Columna Estrictamente Personal de Raymundo Riva Palacio en El Financiero
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