En México, el World Economic Forum —Foro Económico Mundial— de Davos, Suiza, dejó de ser un mito neoliberal más o menos serio para convertirse en mitote politiquero usado para dañar a la 4T.
Cito algunas notas de prensa sobre el famoso Foro Económico Mundial:
Claudia Sheinbaum ya dijo que sí acudirá a la cumbre de gobernantes del G20 en Río de Janeiro, Brasil. Esta es la primera diferencia importante entre el estilo de la presidenta de México y el expresidente López Obrador, quien no asistió a ninguna reunión de jefes y jefas de Estado.
Sheinbaum tiene todo para destacar entre quienes gobiernan los países con las economías más grandes del mundo. Su presencia en el evento del Grupo de los 20 será de provecho para la sociedad mexicana, ya que la presidenta sabrá explicar los fundamentos políticos y económicos de la 4T.
Dos meses después del G20 se celebrará en Davos, Suiza, la reunión anual del Foro Económico Mundial. A Claudia la prensa de derecha la cuestionará duramente si no asiste y la elogiará moderadamente si visita ese destino turístico de esquí ubicado en los Alpes.
Si Claudia Sheinbaum pidiera mi opinión —desde luego, no me la pedirá— le diría que lo mejor sería actuar como lo hizo AMLO: no participar en Davos. Quizá con una pequeña diferencia relacionada con Andrés Manuel: enviar como representante de México al secretario de Hacienda, Rogelio Ramírez de la O, o al de Economía, Marcelo Ebrard; de preferencia a Ramírez de la O quien, discreto como es, no nos aturdirá con selfies que no queremos ver.
La gente aspiracionista de la prensa mexicana criticará a Claudia, pero valdrá la pena pagar ese precio a cambio de dejar perfectamente evidenciado que en México los capitales extranjeros son bienvenidos, pero sin aceptar los dogmas ideológicos que se reproducen en reuniones encabezadas por hombres y mujeres de negocios globales como las de Davos.
Según #RAEconsultas, la palabra aspiracionista “es un derivado de aspiración, que se documenta, en el lenguaje periodístico de algunos países, para hacer referencia a quienes tienen aspiraciones de medrar o ascender socialmente, a menudo con un matiz despectivo”.
En inglés a las personas aspiracionistas despectivamente se les dice wannabes. Este concepto, según leí, se puso de moda en Estados Unidos en los años ochenta del siglo pasado:
En fin, “un o una wannabe es un quiero y no puedo, alguien que finge ser lo que no es y que, de paso, hace el ridículo”.
En el periodismo de negocios mexicano el aspiracionismo destruye la objetividad de quienes se dedican al análisis. Los y las wannabes de nuestro columnismo especializado en temas económicos no logran entender a los gobiernos de izquierda simple y sencillamente porque les da por imitar acríticamente a las personas más adineradas del mundo y a sus economistas de cabecera.
Reitero, el periodismo de derecha a Claudia Sheinbaum la va a cuestionar si decide no asistir al Foro Económico Mundial de Davos, Suiza. Honestamente hablando prefiero que Claudia se abstenga. No vale la pena que acuda a un evento en el que solo va a escuchar recetas —necedades, inclusive— de gente potentada que financia estudios sobre la economía no para incrementar el conocimiento o el bienestar de las mayorías, sino nada más para apoyar al sistema que más conviene a una minoría enriquecida.
Afortunadamente, en el WEF de 2025 probablemente habrá menos asistencia de wannabes de México o, para mi mayor placer, les costará mucho más asistir.
Leí en el Financial Times que el vivillo suizo dueño del WEF de Davos y otros compatriotas suyos que ganan bastante con el evento decidieron ganar todavía más dinero aumentado en 10 veces el costo no para los participantes estelares que son el atractivo, sino a la raza wannabe que se siente soñada elogiando el libre mercado en medio de la nieve.
Genial comerciante el titiritero de Davos —así leí que alguien llamó en la prensa española al capo del WEF, quien si no me equivoco se llama Klaus Schwab—. Ha hecho una fortuna convocando ricos, a quienes cobra poco o nada, magnates que atraen a infinidad de aspiracionistas que pagan lo que sea con tal de decir en sus lugares de origen: “Les cuento para que vean el nivel que tengo, estuve en Davos, cabrones”.
Claudia Sheinbaum sabrá si asiste o no a Davos o si envía al frívolo Ebrad o al serio Ramírez de la O. Yo opino que no tiene caso que ella pierda el tiempo con fanáticos del credo neoliberal en el principal de sus templos.
Y que conste, no tengo nada contra el neoliberalismo, ya que fui adoctrinado en esta secta y no la he dejado.
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Columna de Federico Arreola
Foto: Especial
cdch
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