Déjenme hablarles del pasado. Del pasado reciente, para entrar en materia. Dos experiencias que tuve en estos días pueden hablarles de la velocidad a la que ocurren los cambios ahora que ustedes van a aproximarse a una decisión: encarar el miedo o subirse a un estado de consumo constante de adrenalina.
Hace menos de dos meses hubo una enorme expo de tecnología en Dubai, Emiratos Árabes.
Una de las salas más interesantes de la denominada feria GITEX tenía el tamaño de un estadio de basquetbol. Ahí exhibieron unos 10 VTOL. Ojo, grábense esa rara palabra porque representa a los vehículos parecidos a drones voladores que pueden transportar a personas de un edificio a otro en ciudades de mucho tráfico, como la Ciudad de México.
Por sus características, estas naves pueden hacer un poco más democrático el servicio hasta ahora reservado para dueños de helicópteros.
Uno de los vehículos exhibidos en Dubai era un elegante prototipo de la marca Cadillac, para transportar a una persona, sin piloto presencial, manejado de manera remota por algún individuo o por una computadora. Dentro del equipo de diseñadores destacó un mexicano.
El resto de las aeronaves tenía origen asiático, mayoritariamente de China y de Japón.
Regresé con la sensación de haber visto un futuro distante hasta que noté a mi regreso que la FAA –autoridad a cargo de la administración de vuelos en Estados Unidos– emitió finalmente las reglas con las que pueden operar ya los VTOL. Esta industria estará pronto en una ciudad.
La segunda experiencia la tuve durante una conversación con Álvaro Echeverría, director de Startups para AWS en Latinoamérica.
En una primera plática, él me expuso un caso en el que personas de su equipo que no son desarrolladores de código, entraron en una competencia para desarrollar un sitio web con ciertas características específicas de contenido.
Usaron nuevas herramientas de inteligencia artificial para ese propósito y todos consiguieron la meta en cuestión de unas horas. La parte más complicada fue aquella en la que tuvieron que buscar en Internet ciertos documentos en formato PDF y guardarlos en una carpeta virtual.
¿Y no podían evitar ese paso pidiendo a la máquina que hiciera las búsquedas por su cuenta, para ahorrar tiempo? Le pregunté. Echeverría dudó y no me respondió de manera concreta.
Al día siguiente coincidimos nuevamente y me dijo que había consultado ese cuestionamiento con su departamento técnico. “Me dijeron que ayer no se podía, pero hoy, sí”, me explicó, en días en los que AWS presenta sus desarrollos más avanzados.
Parece un asunto menor, pero asumamos que ustedes son médicos y quieren resolver un caso. Pueden hacer en minutos una investigación publicada en PDFs, lo que hasta el año pasado les habría tomado semanas. Si trabajan para un banco y deben hacer una investigación de mercado para evaluar una inversión en una startup fintech, podrán resolver la decisión antes que su competencia.
En 2025 ya no hablaremos de décadas, sino de años o de meses para observar avances tecnológicos sorprendentes. Solo para el año siguiente, la empresa regiomontana Softtek visualiza el ascenso de las siguientes actividades:
Autonomía total. Las máquinas son capaces de mejorar su propio software y tomar decisiones. También, claro, ciertos avances en transporte.
AI como coequipero. Las herramientas de IA son conversacionales, ya es posible hablar con Claude o con Chat GPT, pero ahora con la llegada de los ‘agentes’ y organizadores de agentes, ustedes pueden dar instrucciones que esos nuevos gerentes ejecutan. Inténtenlo, es impresionante.
Emociones digitales. Las máquinas ya son capaces de detectar emociones. Es notorio el caso de herramientas que ahora graban las reuniones en Zoom para hacer un reporte final en el que exponen el estado de ánimo de los participantes.
Estrategia cuántica. Si las computadoras ya son poderosas, imaginen las que llegarán en 2025, que serán capaces de desarrollar tareas de manera simultánea. La resolución de problemas baja de años a semanas y de días a minutos.
El impacto de lo que veremos en 2025 es tan difícil como entender la existencia de una cuarta dimensión. Nuestra experiencia será dramática y puede generar miedo.
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Columna Parteaguas de Jonathan Ruiz en El Financiero
Foto El Financiero
clh
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