México.- En el tema de las adicciones no sólo están involucradas sustancias, también conductas como el sexo, las apuestas, las redes sociales, el uso del teléfono celular y la alimentación, que pueden generar adicción, explica Mónica Díaz Méndez, especialista en adicciones de la Facultad de Medicina.
Checa el Hoy No Circula para este viernes tres de eneroAsí cierra la semana el cambio del dólar en México“Para entender la adicción a los alimentos hay al menos dos puntos que quiero destacar, porque son muy importantes. Uno es que todos comemos para poder vivir, ya que de los alimentos obtenemos todo lo que somos, desde el cabello hasta las uñas de los pies, pasando por las estructuras internas”.
Entre estas estructuras internas, una de las más importantes es nuestro cerebro, al que debemos todo lo que somos. Por ello, es fundamental mantenerlo en buen estado. Este órgano es un gran consumidor de la glucosa que obtenemos de los alimentos, y para garantizar su adecuado funcionamiento cada día debemos proporcionarle proteínas y grasas a través de nuestra dieta.
El sistema de motivación y recompensa
Para garantizar que no dejáramos de comer, el cerebro desarrolló un mecanismo conocido como sistema de motivación y recompensa, que nos premia al consumir alimentos. Aunque comer es indispensable para vivir, el cerebro nos recompensa cada vez que lo hacemos.
Dentro de este sistema, algunos alimentos son más sabrosos que otros y generan una mayor sensación de placer, lo que asegura que los busquemos continuamente.
“Entre los alimentos que nos producen placer, cuando tenemos que decidir entre una ensalada de lechuga o una hamburguesa con papas a la francesa, la mayoría elegimos la hamburguesa y las papas. Esto ocurre por cómo funciona el cerebro”, comenta Díaz Méndez.
Podríamos satisfacer nuestras necesidades calóricas y de nutrientes con una hamburguesa, agrega la investigadora, mucho más que con una ensalada. Si optamos por la ensalada, necesitaríamos consumir kilos de lechuga para cubrir nuestros requerimientos nutricionales, incluidos los del cerebro, que son prioritarios.
“El sistema de motivación-recompensa nos premia al consumir alimentos dulces, salados y grasosos”.
Comer dejó de ser saludable
Comer se convirtió en un problema porque consumimos en exceso alimentos que necesitamos en cantidades moderadas, pero al excedernos comenzamos a tener problemas de salud. “Ahora bien, esto todavía no es un problema de adicción, apenas es un problema de salud”.
Recordemos que el ser humano primitivo no era un hombre musculoso. A pesar de que poseía gran fuerza y resistencia física, no tenía un cuerpo musculoso como los que vemos hoy. “Sus músculos estaban construidos de otra manera y respondían a exigencias diferentes, a diferencia de los músculos actuales, que se desarrollan principalmente por razones estéticas y no funcionales”, explica la académica.
Equilibrio entre lo que consumimos y lo que quemamos
En un porcentaje importante de la población, las calorías que se consumen superan las que se gastan en las actividades cotidianas, pero no siempre fue así.
Cuando el hombre primitivo cazaba un mamut, le quitaba la piel y consumía la grasa, todo lo que hoy solemos descartar. Esto era indispensable para sus actividades cotidianas.
“A cazar un mamut se agregaban otras tareas: transportarlo, desollarlo, destazarlo, encender la fogata, repartir y comer. Todo el día estaban activos, y caminaban grandes distancias. Sin embargo, en ocasiones no lograban cazar ni siquiera un animal pequeño, y con cierta frecuencia no había comida en el grupo”, comenta Díaz Méndez.
Los almacenes de energía
Por esta razón, algunos genes de nuestro organismo desarrollaron la capacidad de almacenar energía en forma de grasa, lo que permitió nuestra evolución como Homo sapiens. Nuestros almacenes de energía son muy eficientes: consumir cien calorías extra es fácil, pero eliminarlas es complicado.
“Estos genes no han sido desactivados, y seguimos almacenando energía con facilidad”, señala Díaz Méndez.
A lo largo del tiempo, hemos creado maneras de obtener alimentos sin grandes esfuerzos, desarrollando una industria alimentaria que facilita el acceso.
“La industria alimentaria es clave para la economía, ya que los alimentos representan un gran negocio. No sólo los llevan hasta nuestra puerta, sino que buscan que los consumamos en exceso porque son deliciosos. Esto significa que suelen ser extremadamente salados, grasosos o dulces, lo que encanta al cerebro”, explica la académica.
Hoy, con un teléfono celular, podemos pedir una pizza y recibirla en casa en minutos. Este tipo de alimentos, ricos en carbohidratos, sal y grasa, generan placer al cerebro.
“El problema es el aumento en el consumo de alimentos calóricos junto con una drástica disminución de la actividad física. Ya no caminamos a la tienda ni cocinamos. Solo llamamos al restaurante favorito para que nos envíen la comida”, agrega Díaz Méndez. Esto ha resultado en sobrepeso y obesidad, que son medidas de cuánto pesamos en relación con nuestra estatura.
Adicción a los alimentos y el sistema de recompensa
Nuestro sistema de motivación se activa ante actividades placenteras, como comer, beber agua, dormir o practicar sexo, lo que nos lleva a repetir estas conductas.
“La dopamina es el neurotransmisor que se libera durante estas actividades, asegurando que las repitamos”, señala Díaz Méndez.
La investigación reciente ha identificado receptores específicos en el cuerpo que responden a componentes como azúcares, sales y grasas, los cuales activan el sistema de recompensa.
“Para desarrollar una adicción a los alimentos, estos tendrían que ser extremadamente salados, grasosos o dulces. Mientras mayor sea la cantidad, más intensa será la activación del sistema de recompensa y mayor el riesgo de adicción”.
Criterios de adicción a los alimentos
No existe consenso sobre los criterios para diagnosticar adicción a los alimentos. El Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales, quinta edición (DSM-5) describe el trastorno por uso de sustancias, incluyendo conductas adictivas como la relacionada con alimentos, pero no como abuso de una sustancia específica, sino como una conducta adictiva.
“Un criterio inicial para considerar una adicción es que la persona no pueda dejar de consumir el alimento que le causa dependencia. Esto ocurre porque el sistema de recompensa, tras una activación intensa, ya no funciona igual”.
En el caso de la adicción a los alimentos, no hablamos de un alimento específico, ya que una persona podría consumir grandes cantidades de alimentos muy dulces, salados o grasosos. El punto es que no pueden dejar de consumirlos.
La tolerancia es otro criterio importante. Por ejemplo, una persona que nunca ha consumido alcohol podría sentirse desinhibida y mareada al tomar una sola cerveza. Sin embargo, al repetir el consumo, necesitará más cantidad para alcanzar la misma sensación de placer. Este aumento gradual en la dosis se conoce como tolerancia.
Junto con la tolerancia, aparece el síndrome de abstinencia. En el caso de las adicciones químicas, la abstinencia genera ansia intensa por consumir, al grado de que la persona podría descuidar sus responsabilidades familiares, laborales o académicas con tal de satisfacer su necesidad.
“Es importante aclarar que estas personas no están físicamente incapacitadas para trabajar o estudiar. Algunas incluso cumplen con sus obligaciones, pero prefieren evitar el contacto social y comen solas. Algunas desarrollan trastornos como el atracón o binge-eating disorder, en el que consumen grandes cantidades de alimentos en poco tiempo, mientras que otras ingieren comida de forma continua durante todo el día”, explica Díaz Méndez.
“Para que alguien sea considerado adicto a los alimentos, debe cumplir con ciertos criterios. Si no los cumple, no puede diagnosticarse como adicción. Además, este diagnóstico solo puede realizarlo un psiquiatra, quien evaluará si es necesario un tratamiento farmacológico. En el ámbito conductual, el psicólogo también tiene un papel clave en el tratamiento”, concluye la investigadora.
Entender cómo los alimentos influyen en nuestro cerebro y en nuestras decisiones no sólo es un paso importante para abordar problemas de salud como el sobrepeso y la obesidad, sino también para cuestionar los hábitos de consumo que construimos en un mundo donde la comida hipercalórica está al alcance de todos. El camino hacia una relación más saludable con los alimentos requiere tanto conciencia individual como esfuerzos colectivos en la educación y regulación del entorno alimentario.
Ideas destacadas:
- Las adicciones no sólo incluyen sustancias, sino también conductas, como la alimentación.
- El cerebro tiene un sistema de recompensa que refuerza conductas como comer.
- Algunos alimentos muy dulces, salados o grasosos activan intensamente este sistema.
- El consumo excesivo de alimentos calóricos y la falta de actividad física han disparado problemas de obesidad.
- La adicción a los alimentos puede incluir criterios como dependencia, tolerancia y síndrome de abstinencia.
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