México.- Los nombres geográficos, como el del Golfo de México, reflejan la cultura de los lugares, su historia y la identidad local. Muchas veces provienen de las personas que habitan el lugar y poseen significados culturales, históricos o rituales, explicó Héctor Mendoza Vargas, investigador del Instituto de Geografía de la UNAM.
Trastornos depresivos y de ansiedad aquejan a la población mundialClaudia Sheinbaum disuelve Seguridad Alimentaria Mexicana tras escándalo de corrupciónEn entrevista para UNAM Global, el investigador destacó que cada nombre de un sitio representa un patrimonio. Desde los siglos XVI, XVII y XVIII, los cartógrafos europeos registraron los nombres geográficos en mapas y atlas.
En el siglo XX la designación de los nombres geográficos comenzaron a institucionalizarse de una manera diferente. Ahora están regulados por organismos internacionales, como la Unión Geográfica Internacional y la Organización de las Naciones Unidas, que tienen expertos en la temática. Cambiar un nombre requiere consenso entre gobiernos y comunidades locales.
“Cambiar un nombre no es una ocurrencia ni una decisión improvisada -afirmó Héctor Mendoza-. Implica considerar la historia, la cultura, las identidades y las normativas internacionales, lo que convierte este proceso en algo complejo y prolongado”.
En Canadá, por ejemplo, durante años se borraron de los mapas los nombres indígenas al imponer nomenclaturas en inglés y francés. No obstante, en la actualidad se trabaja en la recuperación de la toponimia indígena, un esfuerzo que subraya la relevancia de reconocer las culturas locales. Por eso, hay lugares que tiene nombres en diferentes idiomas.
El Golfo de México
El nombre del Golfo de México ya figuraba en mapas europeos desde el siglo XVI, mucho antes de la existencia de los Estados Unidos. Esto refuerza su identidad histórica como un espacio independiente de cualquier apropiación simbólica reciente.
“Su nombre está profundamente enraizado en la cartografía antigua y en la identidad cultural de la región”, agregó el profesor universitario.
El Golfo de México es una región clave por su riqueza en recursos naturales como el petróleo, y por su relevancia como zona estratégica a nivel global. En su parte central se encuentran aguas internacionales abismales, que no están en la soberanía de México, Estados Unidos ni Cuba.
Durante gobiernos pasados, México y Estados Unidos lograron acuerdos diplomáticos para explorar conjuntamente las aguas profundas del Golfo sin generar conflictos. Sin embargo, las políticas recientes podrían alterar esta dinámica.
“Rastrear los nombres geográficos en mapas antiguos es un ejercicio que demuestra cómo la geografía y la cartografía influyen en nuestra comprensión del mundo actual”, subrayó Mendoza. Los mapas no solo reflejan geografía; también son documentos que transmiten poder, historia e identidad cultural.
Su riqueza
El Golfo de México es la novena mayor masa de agua de la Tierra y alberga recursos esenciales para la economía global, como el petróleo.
“Las tecnologías actuales permiten perforaciones a profundidades superiores a los 10 000 metros, lo que ha incrementado el interés de potencias, como los Estados Unidos, por las aguas profundas del Golfo. Hoy en día, los ductos se fabrican en una sola pieza, lo que evita problemas de presión y facilita la extracción segura de petróleo”, explicó el investigador.
“El Golfo de México no solo tiene importancia económica, sino también geopolítica. Su ubicación conecta puertos clave, como Veracruz, Tampico, Nueva Orleans y Progreso, lo que lo convierte en un nodo estratégico para el comercio y las comunicaciones internacionales”.
Es todo un proceso
Después de que el actual presidente de Estados Unidos, Donald Trump declaró su deseo por cambiar el nombre del Golfo de México a Golfo de América, se presentan varios escenarios, tanto de la política interna de los Estados Unidos, como del grupo de expertos de la ONU y de autoridades mexicanas como el INEGI y la Secretaría de Relaciones Exteriores, añadió el académico universitario.
Primero, las oficinas de Estados Unidos deberán estimar si deciden cambiar el nombre en sus mapas, mientras tanto en las oficinas internacionales, como el Instituto Panamericano de Geografía e Historia, la ONU y la Unión Geográfica Internacional deciden estudiar los escenarios que tal propuesta tendría, tanto para México, como para Estados Unidos.
En México, se requiere de un entendimiento técnico y diplomático entre el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) y la Secretaría de Relaciones Exteriores.
El asunto apenas comienza, enfatizó Héctor Mendoza Vargas. No se trata de los nombres geográficos, sino de la normatividad de una resolución internacional muy definida y clara a través de protocolos en donde se discute la cultura, la identidad, los rasgos geográficos de los lugares y la particularidad lingüística del nombre geográfico.
¿Qué significa cambiar el nombre del Golfo?
La propuesta de renombrar el Golfo de México como “Golfo de América” refleja un intento de apropiación simbólica y expansionista vinculado a intereses estratégicos y económicos, especialmente relacionados con los recursos naturales. “El nombre ‘Golfo de América’ sugiere una intención de asociar este espacio directamente con los Estados Unidos, lo que podría modificar la percepción internacional de ese espacio”, concluyó Mendoza.
El análisis de los nombres geográficos evidencia cómo estos trascienden lo cartográfico y pervive en la identidad nacional de los mexicanos. Son fragmentos vivos de la historia, cultura e identidad. En el caso del Golfo de México, su nombre no solo refleja siglos de tradición y relevancia histórica, sino que también subraya su importancia geopolítica en el contexto global.
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