Pedro Solá y Brandon Castañeda
Una de las intrigas en el imaginario de la humanidad tiene que ver con la posibilidad de viajar en el tiempo: conocer lugares y personajes de la antigüedad, aprender de la historia. Este reportaje conecta el México colonial del siglo XVII con el presente, todo a través de una obra monumental: la Biblioteca Palafoxiana. En este periodo vacacional, los visitantes de la ciudad de Puebla podrán adentrarse en ese legado de letras, tinta y pergaminos. Podrán viajar en el tiempo, ser testigos de una riqueza que ha sobrevivido a los siglos.
Juan de Palafox y Mendoza fue el hombre más poderoso en la historia de la Nueva España. Concretamente, en junio de 1642, llegó a ostentar los cuatro cargos más decorosos: Virrey, Visitador General, Arzobispo de México y Obispo de Puebla. No obstante este currículo, la mayor parte de su labor la desarrolló en la diócesis poblana y es en la Angelópolis donde su figura sigue siendo recordada. No es para menos. Dos lugares emblemáticos del centro de la ciudad se deben a él: la Catedral y la Biblioteca Palafoxiana. Con todo lo dicho, ¿puede parecer el título de este reportaje una exageración?
Pedro Ángel Palou Pérez, ex secretario de Cultura y actualmente presidente del Consejo de la Crónica del Estado de Puebla, apoya la relevancia que tiene Palafox para la historia local: “Hablar de Palafox es hablar de una Puebla antes de él, una Puebla con él y una Puebla después. Es el parteaguas de la vida cultural de Puebla, no solo con el legado de los libros sino con el gran monumento de Palafox que es, sin duda, la Catedral de Puebla”.
Juan de Palafox en Puebla: la secularización y la Catedral
Palou Pérez nos recibe en su oficina de la Casa de la Cultura (5 Oriente 5, Centro de Puebla), de la que fue fundador hace 41 años, los mismos que lleva trabajando en el interior del recinto.
Ahí platicamos sobre la vida del prelado navarro, originario de Fitero, un pueblo que –de acuerdo al Censo de Población realizado por el Instituto Nacional de Estadística de España en el 2011– tiene 2210 habitantes.
El profesor Palou no ahonda tanto en fechas pero sí en episodios. Señala que el cometido principal de Palafox en México, por orden de su amigo Felipe IV, fue la secularización de las parroquias, que en ese entonces eran manejadas por las órdenes religiosas: franciscanos, dominicos, agustinos y jesuitas.
Se sabe que España inició con esta secularización en los tiempos de Felipe II, allá por 1580, pero que la corrupción del virreinato y de las mismas órdenes religiosas la hicieron imposible. Entre otras cosas, las órdenes, según el Concilio de Trento, estaban obligadas a solicitar licencias a la autoridad episcopal –deber que siguen conservando en la actualidad. Estas licencias facultaban a los religiosos para ejercer sus ministerios. Las obligaciones, claro, no eran únicamente burocráticas sino de orden económico. Las órdenes tenían que pagar diezmos que, por la cercanía de España con Roma y la Iglesia, no llegaban al Papa sino que eran conservados por la Corona. Este panorama político-religioso ayuda a entender el México que conoció Palafox: virreyes que no obedecían al rey, órdenes que se consideraban privilegiadas y que se resistían a la centralización impuesta por las diócesis, así como un sistema de gobierno y una religión católica que lucraban con la ignorancia de los pobres y con la devoción de los ricos.
Entonces, Juan de Palafox y Mendoza –obispo de Puebla de 1640 a 1649–, consiguió establecer el poder episcopal, si bien se enfrentó continuamente a la Compañía de Jesús. “Los jesuitas consideraron que tenían un privilegio, un privilegio que les había dado el Papa a la orden religiosa en el mundo y se negaron a solicitar las licencias. Y se armó una polémica enorme; jurídica, religiosa… Hubo una explosión social en Puebla, porque comprenderás que con cinco colegios hubo manifestaciones en contra de Palafox y Palafox tuvo que salir, por propia decisión, de la ciudad de Puebla y ocultarse en una hacienda famosa en San José de Chiapa, lugar que él bautizó como tal y que hoy es, o va a ser, el escenario de una importante firma automotriz alemana [Audi]”. En la óptica de Palou, solamente en Puebla, mezcla de tradición y modernidad, pueden convivir una iglesia como la de San José de Chiapa y una planta productora como Audi. Así, los pleitos con los jesuitas fueron prolongados, aunque la huida de Palafox duró sólo cinco meses, en la segunda mitad del año de 1647. El prelado, por lo demás, supo poner orden en la segunda diócesis más grande de la Nueva España, una diócesis que tenía salida al Golfo y al Pacífico.
Este orden fue clave para edificar la Catedral. Con una recolección mucho más rigurosa, Palafox contó con los fondos necesarios para la costosa obra. La Catedral –cuya construcción inició en 1531– había sido un proyecto intermitente, estancado totalmente desde dos décadas anteriores a la llegada del obispo. Es difícil pensar que una obra que no había podido concluirse en más de un siglo, fue levantada, en su mayoría, en un periodo de nueve años. Palafox y Mendoza, finalmente, la consagró a la Virgen Inmaculada el 18 de abril de 1649; tres semanas antes de su partida definitiva de Puebla rumbo a España el 6 de mayo.
Su herencia más viva: La Biblioteca Palafoxiana
Juan de Palafox y Mendoza fue, en muchos sentidos, un hombre adelantado a su tiempo. Defendió, por ejemplo, los derechos de los indios y escribió un libro donde articula esta defensa: De la naturaleza del indio (ahora conocido como Virtudes del indio). En esta especie de tratado indigenista, formado por veintiún capítulos cortos, puede leerse lo siguiente: “Aunque la pobreza de los indios fuera totalmente necesaria, eran dignos de lástima y compasión, y ni aún de esta manera desmerecía la protección real de Vuestra Majestad”. En la misma línea, como lo confirma Ricardo Fernández Gracia, Palafox obligó a los sacerdotes y seminaristas de su diócesis a aprender las lenguas de los indígenas. Además de obligarlos, sorprendentemente, él mismo asistía a varias clases para poderse acercar más a sus feligreses.
Igualmente, una parte muy importante de su legado permite ver con claridad su pensamiento adelantado: la donación de su biblioteca personal al Colegio de San Juan –donde, de acuerdo con Genaro García, se estudiaba filosofía y teología. La donación es significativa, más que por su dimensión, por su carácter público. Palafox, en un texto avalado por un escribano (notario) público y fechado el 5 de septiembre de 1646, dona sus volúmenes al seminario, con la condición de que estos pudieran ser consultados por la gente común y corriente. Este detalle –esencial– convierte a la Biblioteca Palafoxiana en la biblioteca pública más antigua del continente americano.
El mismo Palafox escribía que “son buenos amigos los libros, entretienen y aprovechan, divierten y desenfadan. Si cansan, pueden dejarse. Si descansan, proseguirse. Siempre enseñan y, mudamente, sin injuria, reprehenden”. El prelado era pues, un hombre culto, interesado por los libros y, pese a lo que pudiera pensarse, no exclusivamente por los libros religiosos. Pedro Ángel Palou afirma que el acervo donado por Palafox consistía de unos 4000 volúmenes y a decir de Diana Isabel Jaramillo Juárez, actual directora de la Palafoxiana, el navarro “también dona los libros sobre las artes que él tanto admiraba; las construcciones, las pinturas (…) Entonces, por ejemplo, nosotros tenemos el libro de Vitrubio de arquitectura que es de los más importantes (…) Libros como ese y como el de medicina [anatomía] de Vesalio”.
La biblioteca, que hace poco celebró su 369 aniversario, es excepcional. Jaramillo y Palou concuerdan –obviamente– en que lo es. Esto debido a que se conserva prácticamente “tal cual”, tanto en lo referente al acervo como a la estantería. Respecto a la estantería, hay que decir que fue el obispo Francisco Fabián y Fuero quien en 1773 construye la nave que hoy alberga a la Palafoxiana. Es Fabián y Fuero, también, quien manda colocar los anaqueles que se conocen hasta la fecha, en parte gracias a que el acervo original creció con la donación de su biblioteca personal. Es de naturaleza muy fortuita el hecho de que, a través de guerras y un cambio de propiedad del obispado al gobierno en tiempos de la Reforma, la Palafoxiana conserve los materiales que pertenecían a su fundador y siga utilizando un mobiliario del siglo XVIII.
Sobre el presente de tan rico legado todavía no hemos escrito. Un aspecto fundamental de esta riqueza consiste en que la biblioteca continúa como un espacio vivo, abierto a la investigación. “Para el público que no es especialista, se curan exposiciones en las que ya sea que se exponga el libro in situ o se realicen reproducciones de acuerdo a la temática. Para los investigadores, ellos nos indican qué se necesita digitalizar y lo hacemos; tenemos especialistas ya sea en historia novohispana, historia de la medicina o de la jurisprudencia […]” De esta manera, Diana Jaramillo –una directora joven que ya se desempeñó como catalogadora de la misma Palafoxiana– es consciente de que “lo que no se conoce, no se puede conservar” y por eso le otorga una gran relevancia al espíritu de apertura de la biblioteca y a las tareas de divulgación. En suma, la UNESCO declaró, el 29 de julio del 2005, a la Biblioteca Palafoxiana como Memoria del Mundo y este estímulo internacional obliga, a quienes trabajan en ella, a “tomar medidas preventivas de conservación, de preservación y de divulgación”.
Finalmente, con más de 42,000 documentos, la Biblioteca Palafoxiana es para Palou “reflejo de lo que el libro y la lectura y la investigación ha sido en la historia de Puebla desde el siglo XVII hasta el día de hoy”.
Palafox en la UDLAP
En la Sala de Archivos y Colecciones Especiales de la Universidad de las Américas Puebla y específicamente, en la colección Miguel Quintana, se resguarda una obra muy peculiar de Palafox en una edición de 1668. Ésta lleva por título Luz a los vivos y escarmiento en los muertos y trata sobre las visiones de almas del purgatorio que tuvo la monja carmelita Sor Francisca del Santísimo Sacramento. Las 229 apariciones, descritas por Sor Francisca, vienen precedidas por una introducción escrita por Palafox, así como una “advertencia” fechada el 14 de agosto de 1658, un año antes de su muerte en Osma, España.
Sobre los textos antiguos que pueden consultarse en esta sala, María del Refugio Paisano, coordinadora de la misma, comenta que “son las huellas vivas del pasado, las fuentes primarias para poder hacer una investigación histórica o académica”. En este sentido, con el fin de acercar los textos a la gente, Paisano menciona que hay una colección digital de Palafox disponible en línea. En formato digital, pueden leerse doce obras completas de o sobre Palafox. Entre ellas se encuentra Luz a los vivos y escarmiento en los muertos. La colección puede explorarse aquí.
Palafox en la Universidad de Texas en Austin
Uno de los primeros biógrafos modernos de Palafox fue el zacatecano Genaro García. García estudió derecho y fue un importante funcionario público en la segunda mitad del Porfiriato.
En 1908 se desempeñó como director del Museo de Arqueología, Historia y Etnografía (hoy Museo Nacional de Antropología e Historia) y en 1910 fue el encargado de preparar una exposición conmemorativa del centenario de la Independencia.
Fue un bibliófilo y formó una amplia colección de documentos. Escribió libros del México de la Conquista y dos biografías: una de Leona Vicario y, lógicamente, una de Palafox y Mendoza (su último trabajo, publicado en 1918).
Un año después de su muerte, acaecida en 1920, la Universidad de Texas en Austin adquirió su colección bibliográfica que hoy se conserva en la Benson Latin American Collection. Dentro de esta colección, hay un apartado especial dedicado a la figura de Palafox. Pueden encontrarse documentos como una Relación verídica de lo acaecido en la ciudad de la Puebla de los Ángeles en el año de 1647 entre Juan de Palafox y Mendoza, y los religiosos de la Compañía. Los archivos de Genaro García no se encuentran disponibles en línea.
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La Biblioteca Palafoxiana se encuentra en el interior de la Casa de la Cultura; 5 Oriente #5 Col. Centro. Está abierta de martes a viernes entre las 10.00 y las 17.00 horas. y los sábados y domingos entre las 10.00 y las 16.00 horas. El costo de entrada es de 30 pesos para el público en general y de 25 pesos para estudiantes, maestros y personas de la tercera edad.
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Para la elaboración de este reportaje se realizaron entrevistas al profesor Pedro Ángel Palou Pérez, así como a las maestras Diana Isabel Jaramillo Juárez y María del Refugio Paisano Rodríguez. Se consultaron, principalmente, dos textos: Don Juan de Palafox y
Mendoza. Obispo de Puebla y Osma. Visitador y Virrey de la Nueva España de Genaro García (1918) y 369 Aniversario: Biblioteca Palafoxiana con textos compilados por Diana Jaramillo (2015).
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