Para definir la elección de presidente del Comité Directivo Estatal del PAN un voto puede marcar la diferencia. Luego entonces, garantizar el ingreso de un aliado adicional a la selecta lista de 114 consejeros –para que sean 115– bien vale cualquier esfuerzo. Incluso la manipulación o la falsificación de documentos oficiales para meter ese alfil cuando el Comité Ejecutivo Nacional ya ha dicho que no. En eso anda ocupada Augusta Díaz de Rivera.
A dos días de la contienda electoral, que se celebrará el domingo, la presidenta saliente todavía pretende colar a Celia Bonaga Ruiz como consejera estatal para obsequiarle con ello un voto más a José Felipe Velázquez Gutiérrez, el candidato del grupo al que pertenece y que se encuentra bajo las órdenes del exalcalde Eduardo Rivera Pérez. La maniobra transpira ilegalidad y exhibe hasta qué punto son capaces de llegar los dueños actuales del blanquiazul para mantener al partido en su poder.
Debido a lo cerrado de la competencia, el bloque del expresidente municipal decidió nombrar a Celia Bonaga coordinadora de los diputados locales del PAN para hacerla consejera estatal y garantizar así un voto más para Velázquez Gutiérrez. Quitaban a Marcos Castro Martínez de la coordinación, que no perdía su sitio en el Consejo por ser secretario general del partido, y añadían una nueva aliada, que se volvía consejera “ex oficio” por el solo hecho de ocupar la representación legislativa en el Congreso.
El problema, para Rivera Pérez y compañía, fue que este movimiento se hizo después de que arrancó el proceso electoral, el 15 de noviembre, con la publicación de la convocatoria, y la dirigencia a cargo de Díaz de Rivera ya había entregado a los dos candidatos en disputa: Felipe Velázquez y Mario Riestra Piña, una lista con la identidad de los 114 consejeros autorizados para sufragar. En esos nombres no estuvo incluido el de la diputada Bonaga.
Riestra usó este argumento, el desfase de tiempos entre un acontecimiento y otro, para que el CEN impidiera la incorporación de la legisladora como consejera estatal. Pero el grupo de Eduardo Rivera no cedió. Con un documento en apariencia manipulado o falsificado quiere convencer a los líderes nacionales del partido de que el nombramiento de Celia Bonaga, el presunto relevo de Marcos Castro, ocurrió un día antes de la publicación de la convocatoria para la renovación de la dirigencia. Y que, por lo tanto, es legal.
En efecto, la actual presidenta del PAN posee un documento dirigido a Celia Bonaga, con fecha de 14 de noviembre, en el que le informa de su designación como coordinadora de los diputados locales y le dice que el nombramiento surtirá efectos a partir de ese día.
De ser cierto esto, Augusta Díaz de Rivera estaría en posibilidades de forzar a la Comisión Nacional de Procesos Electorales de su partido a reconocer a la diputada como consejera estatal. Sin embargo, no lo está. Allá en la sede nacional del PAN saben que Marcos Castro siguió (y sigue) como coordinador del grupo legislativo y que, por tanto, ese supuesto nombramiento es “fake”, hecho con la única intención de ayudar las aspiraciones políticas de Velázquez.
Eso lo saben gracias a un documento interno del Congreso, fechado el 11 de diciembre, hace apenas dos días, en el que Castro firma como “Coordinador del Grupo Legislativo del Partido Acción Nacional”. Se trata de un oficio elaborado por los diputados integrantes de la Junta de Gobierno y Coordinación Política, dirigido a los miembros de la Mesa Directiva, para que se someta a consideración del Pleno la habilitación del nuevo Congreso como recinto oficial para la toma de protesta del gobernador Alejandro Armenta Mier. El escrito lleva la firma de los ocho legisladores (tres mujeres y cinco hombres) que conforman el órgano de gobierno, incluido, como usted ya imaginará, Marcos Castro.
Aquí se cierra la pinza.
Augusta Díaz de Rivera miente, y se inventó un nombramiento, el de Celia Bonaga, con fecha manipulada, o Marcos Castro ha decidido rebelarse y continuar en la coordinación de diputados incluso en desacato a las indicaciones de sus jefes: los Rivera. Esto segundo, se sabe en el blanquiazul, es improbable. Por eso ha cobrado fuerza la especie de la falsificación.
Un voto, en estas circunstancias, vale oro.
Augusta Díaz de Rivera también ha tratado de formalizar a Dolores Parra Jiménez como coordinadora de presidentes municipales del PAN, lo que le daría un lugar en el Consejo para votar por el candidato de Eduardo Rivera. Hasta antes de hoy no había podido concretarlo. Y por una sencilla razón: “Lolita” Parra no es alcaldesa.
@jorgerdzc
Columna publicada en El Sol de Puebla
clh
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