Las carrozas fueron escoltadas por patrullas de la Policía Municipal de Chichiquila y pobladores de San Isidro.
Los cadáveres serán los primeros en ocupar el terreno recientemente adquirido para ser el panteón de un pueblo que no tenía sitio para enterrar a sus muertos.
La tragedia
La fiesta en honor a San Isidro Labrador dio un vuelco cuando se realizaba el cambio de mayordomía. La familia Serrano Arguello tenía todo listo para recibir la imagen del santo patrono. Justo en el momento en que el mariachi tocaba, un estruendo cambió el destino de la comunidad de 600 habitantes.
“Yo estaba ahí junto a ese tonel y cuando me di cuenta el cuerpo de mi hermano ya estaba ahí, en el piso”, dijo Alejandro quien observó escombros y personas revueltas por la explosión de los cohetones almacenados en una casa.
Por la mañana de este martes los habitantes de san Isidro caminaban en medio de los escombros. El tubo de una bomba muy cerca de la improvisada bodega, dejaba en claro que el manejo de pirotecnia no estaba controlado por una persona con experiencia.
“Es nuestra tradición, todos cooperamos para el “cuete” que se utiliza para venerar a san Isidro, pero pues ahora una chispa de una bomba que tronó muy abajo causó la explosión”, señaló María, vecina de la familia Serrano.
Entre los 14 muertos hay 11 menores de edad –de entre cuatro y 17 años-, la mayoría presentaba quemaduras y golpes por los tabiques que volaron por todos lados.
Para los habitantes de San Isidro la fiesta cambió por un novenario para los fallecidos.
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