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Sábado, 4 de Mayo de 2024

Aseguran que Guadalupe Victoria adoptó el nombre en Huauchinango

El insurgente habría tomado este nombre ante uno de los altares del Convento Agustino en 1814.
Viernes, 13 de Diciembre de 2013 18:41

Huauchinango, Pue.- José Miguel Ramón Adaucto Fernández y Félix, quien pasó a la historia como Guadalupe Victoria y fue el primer presidente de México, habría adoptado este nombre ante uno de los altares del Convento Agustino de Huauchinango en 1814, según cuentan historias de la tradición oral de la región y algunos documentos.

El testimonio, obra en un documento de la colección del Jesuita Antonio Márquez Montiel y reseña cómo se celebraron las festividades de la jura del patrocinio de la Virgen de Guadalupe -patrona de las armas rebeldes en Veracruz-, que tuvieron lugar el 26 de mayo de 1814 en el pueblo de Huauchinango, Puebla, cuenta Tito Romero Ávila.

Tito transmite la narración que le hizo a su vez el fallecido (febrero/2009) floricultor Manuel García Garrido Chan Chan. Don Chan, era además un “huauchinangólogo” que coleccionaba lo mismo documentos que fotografías históricas y relatos. Fue un hombre amable, sabio, generoso al que muchos recuerdan sentado en el portal Hidalgo acompañado de azáleas y su fiel cotorro.

El documento habría llegado a manos de jesuita a través de la familia Bretón de Huamantla, Tlaxcala, que emparentó con quien por un tiempo fue jefe de Victoria, el abogado poblano Juan N. Rosáins, “a quien muchos atribuyen la autoría de Los Sentimientos de la Nación, aunque para otros sólo fue el lector de los mismos”, añade Tito Romero.

La predilección devota de Victoria, por la virgen de Guadalupe, dataría de 1812, cuando las fuerza insurgentes comandadas por José María Morelos y Pavón libraban desiguales batallas contra los defensores de la Corona Española, en el estado de Oaxaca, cuya capital logran tomar, según cuenta el historiador José María Bustamante, el 25 de noviembre.

En la ofensiva participó el propio Victoria, quien adquiere fama al vencer a las fuerzas leales al rey usando como parapeto el Juego de Pelota construido por indígenas de la cultura mixteco-zapoteca. Esta gesta, se dedica a divulgar él mismo, “había sido bajo la gracia y protección de la Virgen de Guadalupe”.

 “Y es en Huauchinango donde en expresión de júbilo y fe humilde, ante el lienzo de la Virgen de Guadalupe que está en la capilla del convento agustino de Huauchinango, donde Guadalupe Victoria adopta este nombre y junto con sus tropas le da gracias por los favores que les ha dispensado, se pone bajo su patrocinio y rinde sus armas e insignias. Suplicándole que los favorezca en sus batallas y jurándole defender el suelo patrio y expulsar a sus enemigos”.

La adopción del nombre en esta ceremonia, vendría de una tendencia del insurgente de rodear con un halo de “misticismo bélico” las sagas en las que participó en lucha por la Independencia del país. Sin embargo es el propio jesuita Márquez Montiel quien plantea la duda respecto a si fue en este lugar donde Victoria cambió su nombre.

Ya que en el diario del propio Victoria se habla de la jura “ante la imagen de nuestra bendita madre”, realizada en Huauchinango, pero el cronista Ramón Sánchez Flores asegura que “Guadalupe Victoria, no sólo en Huauchinango, sino en otras poblaciones, antes de entrar en batalla, mandaba un piquete de sus infantes a jurar banderas a la inmaculada Guadalupe, como se advierte en Tecolutla, Tuxpan y Tamiahua en Veracruz. (Legajos de Operaciones de Guerra. Archivo General de la Nación. Volúmenes 79-80).

Tal vez, lo que da sustento al testimonio de que fue en la cabecera de este municipio, donde Guadalupe Victoria adoptó el nombre, es que para llegar a estas poblaciones veracruzanas, antes tuvo que pasar por Huauchinango y el hecho de que el duranguense quisiera darle un caris cuasi religioso a la guerra que sostuvo con los realistas tanto en el Norte de Veracruz como en la sierra de Puebla.

El hecho, a decir de Tito, constituye en sí un desafío a los realistas pues era en estas regiones donde ellos se ponían bajo la protección de la Guadalupana, como se constata en Zacapoaxtla, Orizaba, Córdoba y Jalapa.

Y en esta guerra insurgente en la que las imágenes marianas intervinieron de manera curiosa, los sublevados costeños comandados por Victoria, obtuvieron otro triunfo al obligar a los seguidores del Rey a no utilizar “mañosamente” a la Morena del Tepeyac y a replegarse en las devociones españolas a las vírgenes de Los Remedios o de la Soledad.

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