Puebla, Pue.- Raúl Beyruti Sánchez es un nombre que poco o nada dice para la gente. Pero, para los grandes consorcios empresariales, es un nombre que pesa... y mucho.
Busca Eukid Castañón llevar su proceso ante la justicia federalPuebla tendrá UIF Estatal para investigar lavado de dineroSu genialidad para torcer la ley, a fin de que los hombres de negocio se ahorren el pago de prestaciones laborales, lo llevó a ganarse el mote de El Rey del Outsourcing.
Tan desconocido es el nombre de Beyruti, que pocos sabían que el magnate que ayuda a magnates es poblano.
Nacido en el municipio de Atlixco, para ser más exactos, desde muy joven decidió cambiar su residencia a la Ciudad de México para estudiar contaduría y labrarse un futuro.
El aura de opacidad en la que vivía tampoco permitía saber que sobre los hombros de Raúl descansaba la esperanza salarial de 200 mil trabajadores que, a su vez, son subcontratados por cadenas de autoservicio, bancos, tiendas departamentales, aseguradoras e industrias diversas en un esquema que, si se hace con malicia, permite evadir impuestos y deslindarse de cualquier responsabilidad o compromiso laboral justo en el sector que menos ingresos recibe, como son los empleados de limpieza o mantenimiento.
Pero un magnate de tal naturaleza es imposible que permanezca tanto tiempo entre sombras. Menos la inmensa riqueza acumulada. Menos la evasión de impuestos en un gobierno de la 4T que ha decidido quitar los beneficios que el empresariado mexicano gozó por décadas.
Hoy, el desconocido nombre de Raúl Beyruti Sánchez se encuentra en los titulares de los noticiarios de radio y televisión; en las portadas de periódicos, en los encabezados de portales digitales y redes sociales.
¿La causa? La Unidad de Inteligencia Financiera presentó ante la Fiscalía General de la República un abultado expediente sobre GIN Group, la empresa del poblano. Lo hallado no era menor: lavado de dinero, delincuencia organizada, evasión y simulación de operaciones fiscales.
Beyruti es ahora conocido porque sobre sus hombros recaen siete denuncias por outsourcing ilegal, 35 denuncias por el uso de empresas fachada y 15 por facturación simulada.
Todo eso se tradujo en la operación de 92 compañías adheridas al consorcio, mediante las cuales habría sangrado al fisco con 34 mil millones de pesos.
¿Cómo es que un hombre de esa dimensión cae en desgracia? Casi nadie lo sabe.
A lo mejor, la raíz se encuentra en una denuncia realizada por la jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum: Beatriz Martínez Gasca Acevedo, exvicepresidenta de Responsabilidad Social y de Recursos Humanos de GIN Group, era una de las responsables de financiar a las organizaciones feministas que tomaron las instalaciones de la Comisión Nacional de Derechos Humanos el año pasado, un acto que dañó gravemente la imagen de la 4T que se jactaba de garantizar el absoluto respeto a las garantías individuales.
Peor aún, de exhibir a Rosario Piedra Ibarra, hija de la luchadora social y primera candidata a la presidencia de la república, Rosario Ibarra de Piedra, un ícono entre las huestes morenistas y la izquierda mexicana.
Lo que también ahora se sabe es que el magnate poblano sabía que, tarde o temprano, el peso de la justicia caería en su contra. Por eso, desde 2018 tramitó dos juicios de amparo contra órdenes de aprehensión de la FGR.
Beyruti, trascendió, se encuentra fuera del país y eso obligará a la FGR a solicitar a la Interpol la emisión de una ficha roja para iniciar la búsqueda del empresario en 190 países.
El destino del poblano se vislumbra con prisión preventiva oficiosa y sanción de dos a nueve años de prisión, según las últimas reformas aprobadas por el Congreso que tipifican la defraudación fiscal y venta de facturas falsas como delincuencia organizada.
Lo que sigue siendo un misterio es cómo un hombre de ese peso económico está con pie dentro de la cárcel.
Información y fotografía Contraréplica Puebla
clh
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