Los resultados de estos siete estados se consideran decisivos para lograr los votos electorales que permitan ganar la elección presidencial.
Hay que recordar que aún en 2016, cuando Trump le ganó a Hilary, perdió en el voto popular, pero ganó en los votos electorales. Hoy, por lo pronto, lleva una cómoda ventaja.
Es cierto que faltan muchos meses y pueden pasar aún muchas cosas.
Trump enfrenta diversos procesos legales con resultado incierto. Pero en este momento no se percibe que ninguno de ellos lo inhabilite para contender o que le quite el respaldo que tiene.
Si todo esto fuera un asunto de los estadounidenses, sería lo de menos. Allá ellos si quieren ser gobernados de nuevo por ese personaje.
El problema es que nos involucra a muchos.
A México, quizás le implique para bien y para mal.
Al mundo, en términos generales para mal.
Para bien, a nuestro país, le convendría que la orientación anti-China que tienen Trump y sus colaboradores se acentuara. México quedaría de manera cada vez más clara como una de las opciones que EU tiene para invertir en el exterior.
Para mal, Estados Unidos le pondría lupa, microscopio y todo lo que se pudiera, a las exportaciones mexicanas a EU que presumiera que pudieran estar triangulando productos chinos.
Eso probablemente inhibiría inversiones que vienen de China.
Además, tendría un programa de deportaciones, restricciones al ingreso y controles que lleguen a través de la frontera mexicana, lo que va a generar una crisis, una de las primeras que vivirá el nuevo gobierno.
Para el mundo, el gobierno de Trump sería de pronóstico reservado por las tensiones que se producirían con China y el cambio de reglas en las guerras de Ucrania y el Medio Oriente.
Las candidatas a la Presidencia andan muy ocupadas con el arranque de sus campañas a partir de mañana.
Ojalá tengan oídos para sus asesores internacionales y éstos tengan la habilidad de identificar los enormes retos que cualquier gobierno mexicano que llegue tendrá en las relaciones con el previsible gobierno de Trump en la Casa Blanca.
Espero que esta vez no nos tomen con los dedos en la puerta.