La vorágine que vive la iniciativa de reforma al poder judicial está escalando a otro nivel político. Es, como anticipamos, el preludio de un clima de mucha intensidad entre los tres poderes de la nación. Todos ellos, sin excepción alguna, están inmersos en el debate. El punto es que, para tomar decisiones, el legislativo tiene la facultad para reformar el marco constitucional. Dicha determinación, de hecho, está construyéndose a través de la participación activa de muchos sectores que, de manera implícita, están ligados al poder judicial. O sea que, bajo esa tesitura, se están agotando todos los recursos de comunicación para generar sinergia y entendimientos.

La marca Mexicana de Aviación cumple 103 añosAlejandro Moreno, el peleador callejeroLos foros de diálogo frecuentes, de hecho, están siendo de gran ayuda para aclarar los puntos más importantes de la iniciativa. El mismo Ricardo Monreal, futuro coordinador de los diputados en San Lázaro, ha recorrido más de la mitad del país para llevar a cabo las mesas de trabajo con autoridades gubernamentales, lo mismo que con diputados electos. Eso, para la representación de ambas cámaras legislativas, será la punta de lanza por la fuerza que provocó el mandato popular del pasado 2 de junio. Eso, ya lo dijo el propio presidente López Obrador, constituye una gran responsabilidad que se ha trasladado a quienes ganaron los distritos a lo largo y ancho del país.

En ese sentido, Morena tiene toda la capacidad política para adoptar una posición clara de los temas que entrarán a discusión y votación en la próxima legislatura que tomará protesta el primero de septiembre. Recordemos que, para tomar decisiones, la coalición Seguimos Haciendo Historia cuenta con mayoría calificada en San Lázaro. Empero, de manera muy atinada, la futura presidenta de México ha determinado que, su naturaleza, se abra a los espacios de participación. No habrá, por ningún motivo, un fast-track sin antes revisar y profundizar los tópicos dominantes de la agenda.

El tema del poder judicial, por supuesto, es una de las prioridades. Siendo así, Morena, en conjunto con la presidenta electa, ha proporcionado todos los mecanismos de diálogo con sus principales protagonistas. De hecho, los mismos ministros de la Corte, en foros de este rubro, han tenido participación activa para mostrar su punto de vista. Ellos, en efecto, no están de acuerdo en los ajustes propuestos. La razón, claro está, radica en la pérdida del control del poder judicial que, desde luego, abarca los gastos excesivos y las excentricidades que se han desnudado. Siendo así, no hay ninguna razón poderosa para frenar un proyecto que, a todas luces, democratizará un poder y, de paso, tendrá un equilibrio. En pocas palabras, el criterio o juicio más justo es que, en septiembre, se modifique el marco constitucional.

Y ante la resistencia del poder judicial, o mejor dicho, de los magistrados de la Suprema Corte de Justicia que encabeza Norma Piña, se ha actuado con mucha responsabilidad y madurez política. El presidente López Obrador, en conjunto con Claudia Sheinbaum, no han entrado al juego perverso de la ministra presidenta. De hecho, el mandatario federal no se ha prestado a la estrategia perniciosa para polarizar el tema. El punto es claro: el diálogo es, ni más ni menos, con el legislativo y en el parlamento abierto. Por consiguiente, el mandatario federal es totalmente ajeno a esta situación y, por ende, es innecesaria la charla de Piña con el inquilino de Palacio Nacional.

Aunque, como sabemos, lo menos que le interesa a Norma Piña es dialogar con el presidente. De hecho, la relación, que jamás existió, se rompió luego de las injusticias que cometió la Suprema Corte de Justicia. Entre otros aspectos, claro está, radican los excesos cometidos y las extralimitaciones en la toma de decisiones del poder judicial. Siendo así, el objetivo de la ministra presidenta es escalar la tensión que existe con el ejecutivo para intentar influir en la determinación que se tomará en septiembre. El punto es que, a pesar de ello, las cartas están echadas y, con ello, el proyecto avanza a pasos agigantados. Cualquiera que sea la posición, es evidente, no frenará los cambios inminentes al marco constitucional.

El propio Ricardo Monreal, en ese sentido, hábilmente ha ido abordando el asunto para calmar toda la tensión que se ha generado. Estos días, de hecho, abrió la posibilidad de entablar comunicación con los ministros de la Suprema Corte de Justicia. Fue, a todas luces, una jugada maestra la que realizó el zacatecano. Por tal razón, Monreal, en una combinación de elementos, calmó la ola de comentarios y, al mismo tiempo, sigue avanzando en los foros de participación en aras de construir acuerdos. Esto nos lleva a refrendar, por muchos motivos, que Ricardo Monreal será, como lo fue en el Senado de México, el principal protagonista y operador de los temas más importantes.

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