El American Film Institute, Instituto Estadounidense del Cine, alguna vez publicó diez clasificaciones de las mejores películas. Por si a alguien le interesa, las reproduzco aquí —con sus títulos en inglés para no complicarme con las traducciones—.
¿La FGR en la mira de la DEA?Diputados aprueban reforma de supremacía que blinda las modificaciones a la ConstituciónPrimera clasificación: Animación
Segunda clasificación: Comedia romántica
Tercera clasificación: De vaqueros
Cuarta clasificación: Deportes
Quinta clasificación: Misterio
Sexta clasificación: Fantasía
Séptima clasificación: Ciencia ficción
Octava clasificación: Gánsteres
Novena clasificación: Dramas en las cortes judiciales
Décima clasificación: Filmes épicos
Tribunal en fuga
Existe una película, Tribunal en fuga (2003), protagonizado por Gene Hackman, Dustin Hoffman, John Cusack y Rachel Weisz y dirigida por Gary Fleder, que no aparece en las clasificaciones anteriores. Por lo tanto, legítimamente podemos tomar su título para el actual drama de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
Ha habido actuaciones extraordinarias. Dos, sobre todo: la de una ministra bastante joven y la de un ministro ya veterano.
Merece el mayor reconocimiento Margarita Ríos Farjat por haber renunciado a su pensión; ella dio una lección de dignidad que deja todavía más empequeñecidos a los moralmente diminutos morenistas que mandan en el Senado y en la Cámara de Diputados y Diputadas.
Otra extraordinaria actuación es la de Juan Luis González Alcántara Carrancá. Su proyecto para eliminar parte de la reforma judicial —tristemente inútil: a este jurista excepcional le gustan las causas perdidas, como al personaje de Lo que el viento se llevó— pasará a la historia del derecho en México.
El problema con el poder judicial mexicano, la SCJN incluida, es que sus guiones para película caen en varias categorías:
La historia de la Suprema Corte de Justicia de la Nación no ha sido tan relevante como para hacerle una película épica. Ese género no va con el poder judicial mexicano.
¿Qué tipo de filme merecerá la nueva SCJN, esto es, la que pronto conoceremos en México? ¿Será el próximo poder judicial mexicano otra película de gángsteres? ¿Sus promesas de acabar con el nepotismo y la corrupción serán solo fantasía o ciencia ficción? ¿Al fin la corte suprema será un filme épico?
Admitámoslo, las apuestas no favorecen a la reforma del poder judicial. Ha habido demasiado caos porque nadie experto en derecho la aprueba. Y la implementación, de plano, empieza a ser muy compleja. Es muy alta la posibilidad de que sea un fracaso la elección en las urnas de jueces, juezas, magistrados, magistradas, ministros y ministras.
Si las cosas salen mal —escenario más que probable—, ¿tiene la presidenta Claudia Sheinbaum un plan b? Ojalá sí: México no aguanta ya improvisaciones que solo complican las cosas. Admitámoslo, la que se aprobó no era la mejor reforma judicial posible: inclusive era la peor.
Confío en el talento, la capacidad de trabajo y la creatividad de la presidenta Claudia Sheinbaum para corregir sobre la marcha lo que deba ser mejorado a la hora de implementar la reforma al poder judicial, que por lo visto es mucho.
Los números con los que Carlos Loret elogia a Claudia Sheinbaum
Carlos Loret de Mola dio algunos datos duros en su columna de ayer miércoles en El Universal:
Para Carlos Loret ese es un cambio de paradigma político: métricas en vez de frases pegajosas.
Loret no dijo que tales estadísticas sean falsas y no podía decirlo: no lo son. Eso sí, las comparó, con mala leche, con notas periodísticas escandalosas sobre hechos de violencia.
Pero, la verdad sea dicha, en un día Carlos Loret cambió su discurso. El 29 de octubre pasado dijo que el tema de la seguridad es el rubro en el que menos éxito ha tenido la presidenta Claudia Sheinbaum en el arranque de su gobierno. El periodista más crítico de la cuarta transformación habló inclusive de descomposición.
Al día siguiente de su brutal diagnóstico, Loret insistió en mencionar noticias sobre violencia que toda la sociedad conoce, pero las comparó con estadísticas serias que hablan de mejoría, seguramente gracias en gran medida al trabajo de Omar García Harfuch.
El amarillismo mediático relacionado con la violencia no puede frente a la contundencia de los números.
Alguien dijo que una meta es absolutamente diferente de un deseo. La meta es clara, específica y, sobre todo, se puede medir, lo que significa que se podrá saber cuándo SÍ se ha alcanzado el objetivo y cuándo NO se ha alcanzado.
La meta de un gobierno debe ser disminuir los delitos, no evitar que la prensa haga ruido con hechos violentos de alto impacto en la opinión pública.
Es fundamental en una democracia el trabajo de la prensa, inclusive el de la más sensacionalista. Y, por supuesto, es obligación de un gobierno ofrecer datos duros que lleven a un correcto diagnóstico de los problemas.
En ClaudiaMetrics pensamos que la gente confía en el plan de seguridad de la presidenta Sheinbaum operado por Harfuch. Nos basamos en estadísticas confiables levantadas por una casa encuestadora, MetricsMx, que fue una de las más acertadas en el pasado proceso electoral presidencial.
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Columna de Federico Arreola en SDP Noticias
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