Quiero abordar este tema con ustedes, mis estimados lectores, porque me parece necesario hacer análisis serios, y no los discursos chabacanos que nos topamos en las distintas redes sociales, que se vuelven mera palabrería sin sustancia, y sobre evitan la discusión responsable de temas en los que el país debe enfocarse.
No te dejes sorprender en El Buen Fin 2024Compra en El Buen Fin 2024 y participa en el sorteoHablo del mundo de la aviación, porque si hay “algo” que me ha dejado este tema, es una formación maravillosa; dejen les explico más a fondo. Me consta que el trabajo de los tripulantes, a la distancia puede verse como muy glamoroso, y tengo que decirlo: de eso nosotros mismos llevamos algo de responsabilidad.
Ya saben, es común escuchar frases como “se la viven viajando”. Inútil sería no reconocer que en estas épocas se refuerza ese estereotipo, gracias a las fotografías que los compañeros suben a las redes sociales, “documentando” sus viajes.
Pero la realidad es muy distinta a las imágenes presentadas en Instagram. Y comienzo hablando de un término que usamos mucho en la aviación: “el exceso de confianza”. Los que trabajamos en esta maravillosa industria sabemos muy bien que tener actitudes sobradas de confianza mientras trabajamos en un avión, pueden desembocar en un accidente.
En el adiestramiento, los profesores nos insisten en que nunca debemos tener “exceso de confianza”, a pesar de tener miles de horas de vuelo; y es que todos los vuelos son distintos, y ninguno es igual a otro, aunque sea la misma ruta; por eso no hay manera de confiarse.
Siempre, sí o sí, la tripulación debe revisar el avión, no importa que conozcas la aeronave como la palma de tu mano, siempre se verifica que el equipo de emergencia este a bordo y completo. La revisión es a conciencia y dejar pasar cualquier detalle se considera un “exceso de confianza”. Incluso cualquier ruido ajeno a los normales, es un signo de alarma que debe reportarse, no en afán paranoico, sino en llevar a la seguridad a los estándares más altos.
Por eso es que considero que la política mexicana debería parecerse más a la aviación, o mejor dicho, a cómo funciona. Y me explico: llevo varios días viendo mesas de análisis, entrevistas, charlas, y leyendo columnas que sostienen que la derecha, o más bien el PRIAN jamás va a regresar al poder, por la forma en que actualmente se conduce.
Y lo digo con toda honestidad: yo dudo de tal aseveración. La actitud que han tomado los partidarios de la Cuarta Transformación representa un “exceso de confianza” de niveles nauseabundos. Lo digo con el afán de que se percaten (igual que se haría en la aviación) de que en lugar de aprovechar el capital político y humano para crear bases sólidas y necesarias para la reconstrucción de nuestro país, lo único que están haciendo es allanarle el camino a una ultraderecha que está ahí, agazapada, esperando el momento justo de dar el zarpazo.
Siguen embriagados con el triunfo electoral de junio pasado; sí, fue un golpe seco y contundente, nadie lo niega, pero no se percatan de los errores que día a día se comenten, y que no deberían ocurrir si hemos dicho que “somos el cambio”. Las fallas evidentes de los gobernadores bajo las siglas de Morena, son minimizadas, mientras los errores de la oposición se magnifican hasta rayar en lo absurdo.
Entiendo la importancia de establecer una narrativa de gobernabilidad, pero tiene que ir de la mano con quitarse de la cabeza la idea de que por haber ganado las elecciones pasadas, la fidelidad del electorado se tendrá de por vida; no hay nada más voluble que el ser humano, “tan voluble como la hoja delgada de una rosa que el viento desbarata”, dijo el poeta, escritor y periodista mexicano Manuel Gutiérrez Nájera.
Hoy están contigo, y mañana con quien les endulce el oído, porque los actuales políticos en el poder no están fincando las bases necesarias y suficientes que los hagan diferentes a los actores de la oposición.
Optaron por candidatos -hoy representantes populares- impresentables, como el pseudo sindicalista Pedro Haces, que más bien es un oportunista que estuvo mucho tiempo trabajando para obtener un hueso en la política; ¿propuestas progresistas, ¡no!, ¿para qué? Mejor regalar juguetes en navidad en zonas populares, y así poder “granjearse” al electorado, pero sin escuchar cuáles son las necesidades de los habitantes.
Él tiene de sindicalista lo mismo que yo tengo de empresaria millonaria china: ¡nada! Este tipo de gente es la que termina desencantando al electorado, porque le dará la espalda una vez que gane, hasta la próxima elección. Mi crítica se encamina al partido en el poder, pero también a los medios de comunicación y a toda la comentocracia afín a la 4T. Si prosiguen con la técnica de “no veo lo que no me conviene”, jamás avanzaremos como movimiento de transformación.
En cambio, todos los errores que la gente de Morena cometa durante este tiempo, serán utilizados en un futuro por la ultraderecha, que es mucho más radical que el PRIAN.
Coincido con las voces que señalan que tanto las siglas del PAN como las del PRI están más que desgastadas entre la gente, pero eso no basta y no debe subestimarse, al contrario, la única forma para que la gente no voltee a ver otras opciones es haciendo las cosas bien.
Me refiero a dejar de buscar candidatos impresentables que después son una vergüenza como funcionarios públicos. Yo no pienso defender gente que utilizando claramente el nepotismo y sus redes familiares de poder, hoy tienen un cargo dentro de la política, y no por méritos propios.
Hablo del caso de Luisa María Alcalde, quien está ahí gracias a sus padres: el abogado Arturo Alcalde Justiniani, que por muchos años fuera asesor en mi sindicato (Asociación Sindical de Sobrecargos de Aviación de México: ASSA); con él estuve trabajando varios años mientras fui representante sindical y puedo decir que escribe sobre derechos laborales de manera maravillosa, pero que en la defensa real de ellos, es todo lo contrario.
y Bertha Luján, madre de Luis María, quien fue secretaria del trabajo del gobierno legítimo de México, encabezado por Andrés Manuel. Pero Luisa María Alcalde dejó mucho qué desear en su paso por la Secretaría del Trabajo y Previsión Social durante el sexenio pasado.
La famosa “Reforma Laboral del 2019″, es un compendio de buenos deseos que en la práctica no hizo más que burocratizar todavía más la vida sindical, pero sin molestar en lo absoluto a los líderes sempiternos, que ahí siguen muy campantes despachando desde sus secretarías generales, y cobrando muy bien las cuotas a sus agremiados; ellos millonarios, y los trabajadores cada vez más pobres y sin derechos.
En este país los trabajadores al día de hoy siguen sufriendo las 48 horas laborales, mientras se sigue simulando la impartición de justicia laboral. Y no se les olvide que finalmente quienes mueven económicamente a este país son la clase trabajadora.
Nada más hay que observar el caso norteamericano, donde uno de los más grandes reclamos fue que los demócratas le dieron la espalda a la clase trabajadora, y por eso voltearon a ver a los republicanos como una opción. En Argentina el pueblo votó por Milei ante la ineficacia de la izquierda.
Justamente eso es lo que están esperando aquí nuestros lideres de la ultraderecha, que por ahora no están dando la cara, sino que están aguardan el momento propicio para ello. Mientras aprovecharán el exceso de confianza de la gente de Morena, y afines que tiene la 4T, para que cuando menos se den cuenta, el electorado les termine dando la espalda.
Es por este motivo que la política y la gente que está en ella, debería de tomar el ejemplo de la aviación y nunca confiarse; al contrario, enfocarse en lograr resultados para la gente, sobre todo la clase trabajadora que hemos sido ignorados no solo en el rubro de las 40 horas, que a estas alturas ya debería de ser una realidad, sino que también nos falta hablar de un tema vital: la conciliación materno-paterno laboral y la salud mental.
El trabajo en casa, los cuidados a terceros, las dobles cargas laborales que muchas mujeres tienen en este país, la irrisoria “licencia por maternidad” de 42 días, cuando la Organización Mundial de la Salud establece que mínimo se debe dar leche materna por seis meses; las madres son arrojadas al mundo laboral recién paridas, teniendo que dejar en una guardería, o dejando a otros la responsabilidad del cuidado del menor.
Mientras esos pendientes sigan sin resolverse, la clase trabajadora no se va a quedar conforme con becas escolares. Se requiere revolucionar el mundo laboral y dejar de concebirlo como hasta ahora. No solo dentro de la industria aeronáutica, sino en el resto de las empresas. Así que ¡aguas! con el exceso de confianza, en la aviación las consecuencias son fatales. No creo que en la política sea diametralmente diferente.
Columna de Ximena Garmendia en SDP Noticias
X: @xime_garmendia
Foto Galo Cañas
clh
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