El filme Mr. Jones, dirigido por Agnieszka Holland, es una historia de periodismo decente y, al mismo tiempo, de periodismo indecente, que denuncia la maldad de Iósif Stalin y la falta de ética del New York Times. Citaré la reseña de esa película publicada en el propio NYT el 18 de junio de 2020. La autora del artículo es Manohla Dargis, crítica de cine.
Y dale con eso…Empiezo por decir que para Manohla Dargis el filme es un “drama históricamente informado”, y que en el arranque de la película se ve a un hombre desaliñado y no identificado escribiendo que menciona a los “animales de granja parlantes”. Se trata desde luego de George Orwell. Después aparece Gareth Jones, “periodista galés real”. Jones “es el modesto héroe de esta película sombría y silenciosamente furiosa”. Él había viajado en 1933 a Ucrania, que en ese tiempo sufrió una terrible hambruna. El filme Mr. Jones “dramatiza un capítulo desgarrador en la vida de un hombre que la historia ha pasado por alto durante mucho tiempo”.
En una escena “Jones está hablando por teléfono en ruso, y después está en Moscú camino a una tragedia indescriptible”. Enseguida viene lo relevante para la gente de México que ahora mismo no logra entender por qué miente el New York Times:
“Las primeras escenas de Moscú se suceden con rapidez, creando un torbellino de rostros y nombres que todavía no significan mucho para Gareth y que quizás no signifiquen nada para quienes no tienen formación”.
“Es un torbellino intencionado que transmite el caos que experimenta mientras se orienta y conoce a otros periodistas extranjeros, a quienes las autoridades han restringido a la ciudad. El más importante y misterioso de ellos es Walter Duranty, el jefe de la oficina del New York Times en Moscú y apologista de Stalin”.
“Se dice que Duranty acuñó el término estalinismo y cosechó sus frutos con un estilo de vida lujoso”.
La crítica de cine del New York Times acepta que este periódico apoyó las atrocidades de Stalin. No profundiza en el tema por obvias razones, pero tampoco puede ocultar un hecho tan lamentable.
Sobre Orwell la colaboradora del New York Times dice:
“Sigue escribiendo su libro en casa, con tranquilidad y sus figuras de animales. Orwell basó Rebelión en la granja en hechos históricos, convirtiéndolos en una alegoría, y es posible que incluso haya nombrado al granjero de la novela en honor a Gareth Jones”.
Dejo ahí la reseña del New York Times y me voy a otra, de Rosa Pascual, “Mr Jones cuenta cómo el New York Times ocultó la hambruna en Ucrania”:
√ “El galés Gareth Jones tenía solo 27 años en 1933, cuando empezó a darle vueltas a una cuestión. Si el Kremlin está en bancarrota, ¿cómo es posible que los soviéticos gasten tanto? La respuesta le costó semanas de hambre y frío, meses de aislamiento social y, finalmente, la vida, que le arrebataron a los 29 años. A cambio le descubrió al mundo el Holodomor, la hambruna infligida a Ucrania por la URSS en la que se estima que al menos cuatro millones de personas perdieron la vida”.
√ Jones había entrevistado a Hitler —al periodista galés el alemán le pareció un tipo muy peligroso—. Por ese éxito en su oficio, se animó a a Moscú para entrevistar a Stalin. Gareth Jones hablaba ruso y pensó que eso le facilitaría su trabajo. Tenía un valioso contacto, la persona que le había facilitado su encuentro con Hitler.
√ Cuando Jones llega a Moscú su contacto había muerto. Entonces, busca al corresponsal del New York Times, Walter Duranty, este un periodista británico periodista británico “cuyos brillantes artículos sobre la transformación de la economía soviética le habían valido el premio Pulitzer y algo no menos relevante, el favor de Stalin”.
√ El prestigiado corresponsal del New York Times en Moscú “que vive en un universo paralelo de fiestas, drogas y orgías, no disimula en su intento de convencer a Jones para que no busque lo que no debe encontrar, pero el joven desafía la prohibición expresa de salir de la capital y se adentra por su cuenta en la helada tierra ucraniana, conocida antiguamente como el granero de Rusia”.
√ “Durante semanas infernales, Jones será testigo y vivirá en carne propia los horrores de la hambruna inducida tras la colectivización forzosa. Hay escenas espeluznantes, como aquella en la que, por fin, consigue comer algo de carne que le cocinan unos niños. ‘¿De dónde la han sacado?’, pregunta. ‘De nuestro hermano’, le responden. ‘¿Es cazador?’. Silencio”.
√ “Jones es detenido en pocas semanas por las autoridades rusas, que lo arrestan a la vez que a otros seis ingenieros británicos. El aviso es claro: lo devolverán a Londres y, si cuenta la versión oficial sobre la situación en la URSS, entonces sus compatriotas sobrevivirán. Jones acepta inicialmente el chantaje y, antes de partir se encara con Duranty, al que acusa de saber lo que ocurre y callar. ‘Usted no sabe lo difícil que es hoy en día informar desde Moscú’, le responde el veterano periodista, que lo tilda de joven ingenuo por creer que podría hablar con Stalin y cambiar las cosas”.
√ “A su regreso a Londres, Jones se replantea las cosas. Si habla, condenará a los seis británicos inocentes en Moscú. Si calla, millones de personas seguirán sometidas al terror de Stalin sin que nadie lo sepa. El joven escoge la segunda opción y es condenado al ostracismo durante un tiempo, pero persiste hasta vender la historia al único que la puede comprar: el multimillonario William Randolph Hearst, magnate de los medios de comunicación enfrentado a Pulitzer y movido, únicamente, por su deseo de ensuciar el nombre de este. Algo tan bajo como la guerra más famosa de la historia del periodismo salvó a los ucranianos de caer en el olvido”.
√ “Mr. Jones está dedicada a las víctimas del Holodomor. La historia no finaliza sin recordar que Gareth Jones fue tiroteado poco después en Mongolia, donde marchó a trabajar tras sus revelaciones sobre Ucrania, en lo que siempre se creyó una venganza del NKVD soviético, el ancestro del KGB”.
√ “Duranty, en cambio, falleció a los 75 años en Florida y su premio nunca fue anulado pese a que afirmó que los rumores de hambre en la URSS eran completamente infundados. EE UU reconoció a la Unión Soviética poco después de trascender la historia de Jones, una gran oportunidad comercial, según lo vieron los hombres de negocios”.
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Columna de Federico Arreola en SDP Noticias
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