Madrid.- Un envalentonado presidente izquierdista de Colombia, a las 2:41 de la madrugada, rechazó el aterrizaje de dos aviones militares estadounidenses con migrantes ilegales deportados, horas después se puso más bravo y al final del día terminó doblado ante todas las exigencias de Trump.
Como dice el poema de Alberto Cortés: “El vino libera la valentía encerrada y los disfraza de machos, como por arte de magia, hasta que el vino se acaba, pues del matón al cobarde sólo media la resaca (la cruda)”.
El daño provocado por Gustavo Petro va mucho más allá de su imagen personal y el ridículo asociado. Perjudicó a Colombia y a todos los países que tendrán que lidiar con las políticas proteccionistas y xenófobas de Donald Trump.
¿Cómo es que el presidente de un país niega la entrada a sus connacionales?
Fue un acto irracional que tuvo, en menos de 24 horas, un desenlace indigno: el exguerrillero terminó de rodillas ante Trump por un pleito que carecía de sentido.
Quiso pelear con Donald Trump en un caso en el que el presidente de Estados Unidos tiene razón, y quizá sea en lo único que la tenga: ejerce la facultad legal de sacar de su país a personas que han entrado de manera ilegal.
No los mandó a México ni a Canadá, ni a un tercer o cuarto país, sino a su nación de origen, de la cual son ciudadanos.
Petro le ayudó a Trump, de una manera vergonzosa, a reforzar su aura de invencible y a alimentar la narrativa de que Estados Unidos ha vuelto a ser fuerte.
Trump, gracias a la inmadurez o intemperancia de Gustavo Petro, acaba de dar el golpe espectacular de credibilidad que necesitaba para cimentar su imagen de superpoderoso.
No lo es. Pero en la política de estos tiempos, importa lo que se ve.
El golpe propagandístico que Petro le regaló a Trump recorre toda América y hace exclamar de admiración a los medios de comunicación de este lado del Atlántico.
“Coopera, por tu bien: por qué el choque con Petro es un mensaje de Trump para todos los líderes mundiales”, decía la noticia principal de la BBC de Londres ayer lunes por la tarde.
Aquí en España, el diario digital El Confidencial: “Colombia recula y Trump convierte a Petro en el ejemplo de lo que pasa si ‘levantas’ la cabeza”.
Los hechos ocurrieron así:
A las 2:41 de la mañana el presidente de Colombia negó el aterrizaje de dos aviones C-17 de la Fuerza Aérea de Estados Unidos con migrantes ilegales deportados, con el siguiente mensaje: “Los EU no pueden tratar como delincuentes a los migrantes colombianos. Desautorizo la entrada de aviones norteamericanos con migrantes colombianos a nuestro territorio. EU debe establecer un protocolo de tratamiento digno a los migrantes antes de que los recibamos nosotros”.
Los aviones regresaron, uno a San Diego y otro a Texas.
A las 12:28 del día, Trump publicó en su red social Truth: “No permitiremos que el gobierno colombiano viole sus obligaciones legales respecto de la aceptación y al regreso de los criminales que entraron por la fuerza a Estados Unidos”, y dio a conocer la imposición de las sanciones de 25 por ciento de arancel inmediato a los productos importados desde Colombia (el 30 por ciento de las exportaciones de ese país van a EU).
Restringía viajes de Colombia y revocó de manera inmediata las visas a los funcionarios colombianos. Para la siguiente semana, otro 25 por ciento adicional de impuestos a las mercancías del país gobernado por Petro.
A las 15:15 de la tarde, Gustavo Petro le contestó a Trump:
“Me informan que usted pone a nuestro fruto del trabajo humano 50% de arancel para entrar a EU, yo hago lo mismo”.
A las 15:28, Petro ordenó públicamente elevar 25 por ciento los aranceles a los productos de Estados Unidos.
Por la noche, el canciller colombiano, Gilberto Murillo, informó que su país daba por “superado el impasse” con Estados Unidos y aceptaba los términos de la repatriación impuestos por Trump.
La Casa Blanca publicó en X (Twitter) que Gustavo Petro “aceptó todos los términos del presidente Trump”, que incluye “la aceptación sin restricción de todos los ilegales de Colombia retornados desde Estados Unidos, incluidos los aviones militares, sin limitaciones ni retrasos”.
Gustavo Petro reposteó (le dio RT) el mensaje, y minutos después lo borró.
Las agencias internacionales de noticias retomaron el comentario publicado en Buenos Aires por La Nación, difundido ayer por la tarde en medios europeos: “…no se despejaron las dudas sobre qué estaba haciendo Petro a esas horas de la noche (madrugada del domingo) y el motivo de sus mensajes erráticos”.
De graves y enormes consecuencias fue el error de Gustavo Petro.
Hace una semana suspendió el diálogo con la guerrilla (el narco) del ELN por los enfrentamientos con la fracción disidente de las FARC (también es el narco), por los choques armados de esos grupos que han obligado al éxodo de 40 mil personas en las riberas del Catatumbo.
Se disputan el control de esa vía fluvial a Venezuela, donde les reciben la droga.
“Lo del Catatumbo es un fracaso de la nación”, dijo Petro.
Se equivocó otra vez: es su fracaso al tratar de negociar con los narcos.
Petro, la carta de la izquierda colombiana, recibió un país en paz y lo deja en guerra de narcos.
Recibió un país que entabló cooperación digna y fructífera con Estados Unidos, y lo va a dejar sometido y avergonzado.
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Columna de Uso de Razón de Pablo Hiriart en El Financiero
Foto @petrogustavo
clh