Hoy en la mañana me llegó un mensaje a mi grupo de graduados de Ingeniería Industrial del Tec de Monterrey. El mensaje era muy triste. Nos comunicaba que el ingeniero Ramón de la Peña había fallecido.
Para las generaciones que les tocó convivir con el como Rector del Campus Monterrey, saben que Don Ramón era un tipazo. Siempre recorriendo el Campus, asistiendo a las reuniones estudiantiles, tomas de protesta, eventos y simposios. Parecía omnipresente. A quien que haya estudiado en el Tec de Monterrey entre 1985 y el 2001 no le tocó ver al ingeniero De la Peña por los pasillos del Campus, recogiendo cualquier cosa que pareciera basura del suelo y llevándola a un bote de basura. El responsable del Campus Monterrey cuidaba todas las instalaciones como si fuera su hogar, y lo era.
De la Peña tuvo siempre un compromiso de responsabilidad social demostrado cuando tomó puestos en diversos gobiernos, no importando el partido. El último puesto en el que estuvo involucrado fue en el Instituto Estatal de Adultos Mayores del cual era el director.
Don Ramón escribió en varios periódicos, siendo su última casa el periódico El Horizonte. Sus columnas siempre dedicadas a su familia, y en los últimos tiempos a sus nietos, están llenas de inspiración.
Ramón de la Peña es de los personajes que siempre vivirán en el inconsciente colectivo de los que tuvimos la fortuna de topárnoslo en el camino. Siempre con las notas que tenía en su agenda, con las palabras sabias para guiar a todos los que alguna vez le pedimos consejo.
El mundo extrañara las sabias palabras de Don Ramón y la inspiración que transmitió a muchos egresados de las instituciones donde trabajó y formó parte.
Celebremos la vida de Don Ramón de la Peña. Pronta resignación a su familia.
