México, una nación atrapada en la telaraña del narcotráfico, nos confronta una vez más con una realidad desgarradora. Coalcomán, Michoacán, un municipio que debería ser cuna de tranquilidad y desarrollo, se convierte en el escenario donde la perversión del crimen organizado se exhibe con crudeza. La noticia de una alcaldesa investigada por recibir juguetes del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) y agradecer públicamente al mismísimo “Mencho”, su líder, nos obliga a una profunda reflexión sobre la penetración del narco en el tejido social y político de nuestro país.
Tiempos de cinismoSe alista Santa María Coapan para Feria de Reyes, tradición con más de 100 añosNo podemos ser ingenuos. Los juguetes no son simples juguetes cuando provienen de las manos ensangrentadas de un cártel que ha sembrado terror y muerte en vastas regiones de México. Esos juguetes, cargados de una perversa simbología, representan la cooptación del poder, la normalización de la violencia y el sometimiento de una comunidad ante el yugo del narcotráfico. La alcaldesa, al agradecer al “Mencho”, no solo comete un acto de irresponsabilidad política, sino que traiciona la confianza de los ciudadanos que juró proteger.
Es cierto que el CJNG, con su estrategia de penetración social, busca generar simpatías entre la población. Construye obras, reparte dádivas y se erige como un benefactor en zonas abandonadas por el Estado. Pero no nos engañemos, detrás de esa fachada filantrópica se esconde una maquinaria criminal que se alimenta de la corrupción, la extorsión y el derramamiento de sangre. Aceptar sus “regalos” es convalidar su poder, es legitimar su presencia y es renunciar a la construcción de un futuro basado en la legalidad y la justicia.
La investigación iniciada por la Fiscalía General de la República (FGR) es un paso necesario, pero no suficiente. Es imperativo que se llegue hasta las últimas consecuencias, que se deslinden responsabilidades y se castigue con todo el peso de la ley a quienes, desde las instituciones, se coluden con el crimen organizado. No podemos permitir que el narcotráfico siga secuestrando nuestro presente e hipotecando nuestro futuro.
La postura de Movimiento Ciudadano, deslindándose del agradecimiento a “El Mencho” y condenando la apología del delito, es un gesto que debemos reconocer. Es necesario que todas las fuerzas políticas, sin excepción, levanten la voz y se comprometan en la lucha contra este flagelo que corroe a nuestra sociedad. No hay espacio para ambigüedades ni para cálculos políticos cuando lo que está en juego es la seguridad, la libertad y la dignidad de los mexicanos.
El caso de Coalcomán es una llamada de atención que no podemos ignorar. Es un síntoma de la grave enfermedad que padecemos, una enfermedad que exige un tratamiento de choque, una estrategia integral que ataque las raíces del problema. No basta con perseguir capos y decomisar cargamentos, es necesario reconstruir el tejido social, fortalecer las instituciones, combatir la pobreza y la desigualdad, y generar oportunidades para que los jóvenes no encuentren en el crimen organizado una salida falsa a sus frustraciones.
La batalla contra el narcotráfico es una batalla por el alma de México. Es una batalla que debemos librar todos, unidos y decididos a construir un país donde la ley prevalezca, donde la justicia se imponga y donde la paz sea una realidad tangible para todos los ciudadanos. No podemos claudicar, no podemos permitir que el miedo y la resignación se apoderen de nosotros. El futuro de México está en juego y no podemos darnos el lujo de perderlo.
Columna de Ever Fernando en SDP Noticias
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