México.- La composición musical es un arte vivo, fundamental para cualquier sociedad, ya que está presente en prácticamente todos los aspectos de la vida, afirma el director general de Música UNAM, José Julio Díaz Infante.
Alerta: Estafa en plazas comerciales utiliza celulares “perdidos” para extorsionarApple prepara el lanzamiento del iPhone SE 4: Una opción más accesibleAdemás, refiere, es cómplice de otras manifestaciones artísticas. Sin la composición no podemos imaginar la danza o el cine; y detrás de ella siempre hay un autor.
En entrevista, comenta que México es una potencia en este campo: a los compositores universales y emblemáticos, como Silvestre Revueltas, Carlos Chávez, Manuel M. Ponce o Ricardo Castro, se suman contemporáneos como Gabriela Ortiz, Arturo Márquez, Hilda Paredes, Ana Lara y otros de generaciones más jóvenes.
Con motivo del Día del Compositor, que se conmemoró el 15 de enero, recalca que este campo es diverso. Hay autores de diferentes géneros, tanto en música popular como en la de concierto, con una gran cantidad de estilos, géneros y subgéneros.
Según datos de la Secretaría de Economía, la fuerza laboral de compositores y arreglistas durante el segundo trimestre de 2024 fue de mil 840 personas, con una edad promedio de 41.7 años, quienes laboraron 53.7 horas semanales. En el 94.9 % de los casos, son trabajadores informales. Del total, detalla la dependencia gubernamental, el 94.9 % son hombres y el 5.1 %, mujeres. La mayoría se ubica en Ciudad de México, Jalisco y Oaxaca.
En la licenciatura en Música-Composición de la Facultad de Música (FaM) de la UNAM se forma a profesionistas capaces de realizar obras originales de alto valor estético, contribuyendo con ello al enriquecimiento de la cultura nacional y universal. Actualmente estudian 63 alumnas y alumnos, cuya formación les permitirá desarrollarse también en los campos de la investigación o la docencia.
De acuerdo con la página de internet de la FaM, la carrera tiene una duración de ocho semestres; y aunque del total del ingreso sólo el 5% corresponde a mujeres, la Facultad cuenta con destacadas egresadas como María del Consuelo Granillo González y Lucía Álvarez Vázquez.
Un compositor, expresa Díaz Infante, nace, pero también se hace, sobre todo en el terreno de la música de concierto, sinfónica y de cámara. “Debe haber un talento, que a veces es nato y otras no, pero que se desarrolla desde las etapas tempranas de vida; pero en cualquier caso es fundamental el dominio del oficio”.
El excoordinador nacional de Música y Ópera del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL) destaca que detrás de una composición, por ejemplo, para un cuarteto de cuerdas, puede haber numerosos años de estudio.
El proceso de escribir música, sobre todo de concierto, entraña una sólida formación académica, aunque también hay ejemplos de autodidactas que han efectuado un trabajo destacado, quizá más en el ámbito popular y tradicional.
En cualquier caso, poder expresarse mediante el lenguaje musical requiere una amplia labor. “En el medio decimos que componer implica un 5% de inspiración y un 95 % de transpiración; el trabajo serio y constante es lo que te va forjando a lo largo del tiempo”, subraya.
El compositor y docente menciona que, en la música vocal, desde una ópera hasta una canción pop o un corrido, hay un texto a partir del cual se compone. En la llamada música absoluta, la que no parte de una historia, las fuentes de inspiración pueden ser variadas, por ejemplo, la naturaleza: lluvia, nieve o el mar; otras se inspiran en obras plásticas, o en lugares, incluso en personajes.
Hay casos donde artistas de vanguardia han buscado la manera de representar auditivamente alguna idea extramusical, que relacionan, incluso, planos arquitectónicos con creaciones sinfónicas o basadas en las matemáticas. “En mi caso, tengo varias motivadas en los pregones que oímos en la calle, entre ellas ‘Fierro viejo que venda’, o ‘Tamales oaxaqueños’ y otras en palíndromos”.
A decir del experto, el proceso de composición es personal; cada autor tiene métodos diferentes, incluso para distintas piezas. Todo puede surgir de un juego con un instrumento, o uno tiene la música en la cabeza y la escribe hasta que toma forma. Es interesante porque se trata de un diálogo, donde la obra empieza a hablarle a uno e indica el camino a seguir. Otras veces hay una comisión con una temática especial, argumenta.
Además de entender cómo funciona la música (por qué dos acordes suenan a un final, y otros se escuchan alegres o tristes, o dos notas juntas sugieren tensión), y conocer de armonía o acústica, el compositor debe tener “algo que decir”. La composición es un acto de comunicación que requiere creatividad y oficio, agrega.
La música permea prácticamente todos los ámbitos del quehacer cotidiano. Además de relacionarse con la espiritualidad, incluso es un producto utilitario, como los jingles en la mercadotecnia. La música para los medios, cine, videos, plataformas tiene un rol fundamental en la carga emocional y dramática, aseveró Díaz Infante.
El 15 de enero de 1945 se fundó la Sociedad de Autores y Compositores de México, con el fin de reconocer los derechos de autor, y en 1983 es cuando oficialmente se comenzó a celebrar el Día del Compositor.
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