No existe en la historia reciente una fecha que se haya esperado con tal expectativa. Ya estamos a solo cuatro días del momento en el que Donald Trump asuma la presidencia de Estados Unidos.
Es ese, se ha dicho desde hace muchos años, el cargo más importante del mundo. Desde esa posición se puede cambiar la historia.
Y Trump pretende hacerlo.
Por eso la impaciente espera.
Muchas realidades en diferentes lugares del mundo pueden modificarse de manera relevante con la llegada de Trump a la Casa Blanca.
La razón es que no se trata de otro presidente más, sino de un personaje con intención de producir disrupciones en muy diversos ámbitos.
Imagine por un momento lo que se está viviendo en Ucrania. A poco menos de tres años de que ocurriera la invasión rusa, están a punto de llegar a un momento en el que, tras la previsible suspensión de la ayuda norteamericana, estarán obligados a aceptar la pérdida de una parte importante de su territorio, pese a los sacrificios y un costo humano inconmensurable.
Muchos paisanos nuestros que viven en Estados Unidos desde hace años están con la angustia de que se aplique de nuevo el título 42, que va a permitir la deportación exprés, sin juicio. Miles y miles, incluso millones, tendrán una gran ansiedad probablemente por meses.
El gobierno mexicano tiene la consigna de seguir con su actividad normal y con el discurso de que vamos a colaborar y a tener una buena relación con el próximo gobierno de Estados Unidos.
Es explicable. No se quiere transmitir a la población la incertidumbre que realmente existe.
Pero, si usted no quiere que lo tomen por sorpresa los acontecimientos, en su empresa, su trabajo o sus finanzas, necesita asumir que estamos en una circunstancia inédita de incertidumbre.
Puede ser que el dólar no se vaya a 22 o 23 pesos, pero puede que sí. Tómelo en cuenta para que no lo vayan a atrapar con los dedos en la puerta.
Es posible que no haya arancel de 25 por ciento, pero quizás sí o algo cercano.
Quién sabe si haya deportaciones masivas, pero bien hizo hace un par de días el cabildo de Tijuana en declarar el estado de emergencia ante el riesgo de que se presenten.
No sabemos bien a bien si Trump vaya a catalogar como terroristas a las organizaciones criminales mexicanas, pero si lo hace, créame que va a haber muchas olas.
En la historia de América Latina, solo las FARC de Colombia, en cierto momento; el Ejército de Liberación Nacional, también de Colombia, y Sendero Luminoso, de Perú, han sido catalogadas por EU como terroristas.
En 1983, seis años antes del derrumbe del Muro de Berlín se estrenó una película que se denominaba El Día Después.
Contaba la historia de un mundo que afrontaba la guerra nuclear y sus consecuencias.
En una de las escenas, un granjero norteamericano que estaba preparado para la ocasión buscaba llevar a su familia a un refugio en el sótano que ya tenía preparado. Sin embargo, su esposa se afanaba en seguir con la rutina de todos los días, incrédula ante la conmoción que le esperaba en minutos.
No se trata de la guerra, desde luego, pero a veces da la impresión de que queremos seguir nuestra vida diaria, como si nada fuera a pasar en el mundo.
“Total, allá los norteamericanos y sus locuras”, dirían algunos.
Para nuestra suerte o infortunio, según la óptica de cada uno, lo que vaya a pasar allá nos afectará como un golpe en la cara.
Aprecio la intención de quienes quieran seguir con la normalidad, como si nada fuera a pasar, o creyeran que la Virgen de Guadalupe, o cualquier otra fuerza sobrenatural nos va a preservar de daños.
No será así. Para lo que viene será casi imposible refugiarse.
Y más vale que hayamos tomado las providencias, como le comentaba ayer, para que el tsunami no vaya a sorprendernos.
La alerta ya está sonando. Vale más que la escuchemos.
Si el gobierno pretende que nada va a pasar, déjelos con su discurso y póngase las pilas para resistir lo que se nos viene.
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Columna Coordenadas de Enrique Quintana en El Financiero
Foto El Financiero
clh
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